Hanna Nordenhök es una escritora sueca cuyas novelas están marcadas por la exploración profunda de temas históricos y humanos, para lo cual desarrolla una prosa cautivadora que ha dejado huella en la literatura contemporánea.
Invitada a la Fiesta del Libro y la Rosa, participó en la charla “Escritoras en pie de lucha. La literatura como forma de resistir los abusos del patriarcado”.
Desde Suecia platicó con Gaceta UNAM acerca de esta visita, de la cual dijo sentirse “muy honrada por compartir esa mesa redonda con las otras autoras. Me interesa mucho el planteamiento de la literatura como forma de resistencia, pues son temas que siempre han estado presentes en mis novelas”.
En su más reciente obra, titulada Cesárea, que aparecerá en México a mediados de año, presenta una historia ubicada en el siglo XIX, cuyo origen es su investigación en el archivo histórico de Suecia acerca de la forma en que se veía al cuerpo femenino en ese momento, desde la perspectiva masculina y de la ciencia.
Narra la historia de una niña que nació a través de ese tipo de intervenciones, a la que el médico decidió ponerle como nombre el de la operación realizada a su madre.
A partir de este caso, la autora desarrolló una ficción en la cual el médico decide llevarla a una casa ubicada en el campo donde la cuida y educa, pero sólo permite que tenga contacto con él, con la mujer que la cuida y la Biblia que ella le lee.
“La joven vive en un universo muy cerrado, distante del mundo real. Las únicas fuentes de información que tiene son el paisaje a su alrededor, su propio cuerpo, las palabras del doctor, que le enseña medicina, así como las de la mujer que la cuida. Es una forma de contraponer la ciencia y la fe, dos fuertes discursos. Siempre me ha interesado mucho el conflicto y el dilema frente a temas como la violencia, algo que aparece en mis historias. Cesárea la escribí durante el movimiento #MeToo, por lo que me interesé muchísimo en el cuerpo de la mujer, en la violencia contra nosotras, en cómo ésta se construye en una sociedad, entre mujeres y hombres, pues todos somos parte de la situación, lo vivimos en colectividad”, señaló.
Consideró que cuestionar si la violencia de género en principio no tiene relación con la literatura “es una pregunta difícil de responder, porque puede afectar al mundo; pero en muchos aspectos, no tiene sentido, es decir, no tiene un papel político. Pienso que es más una relación de empatía, pues la literatura siempre debe resistir la simplicidad de la existencia, eso es algo que no empata con las agendas políticas actuales”.