Corina, dirigida por Urzula Barba Hopfner, es una propuesta fresca y diferente dentro del cine mexicano que actualmente se proyecta en cines comerciales.
La película muestra el género coming-of-age, que aborda el crecimiento no solo en términos de edad, sino también como un proceso de transformación personal.
A diferencia de muchas producciones recientes del cine comercial mexicano, no se trata de una historia de amor melodramática, ni de un drama cargado de tragedia. Es más bien, una pausa para disfrutar de una película que ofrece algo más digerible.
Corina (Naian González Norvind) lleva veinte años viviendo con el temor de salir de la colonia donde siempre ha vivido. Su vida está marcada por una rutina monótona que consiste en trabajar en un periódico, donde se encarga de la corrección de redacción, y en comprar café. Ambas actividades tienen lugar dentro de los límites de su zona de confort, que no se atreve a cruzar debido a su agorafobia.
Todo cambia cuando, por error, Corina altera el final de una de las novelas más importantes de la editorial. Este malentendido la obliga a enfrentarse a su mayor miedo: salir de la colonia que ha sido su refugio todos estos años.
Junto a Carlos (Cristo Fernández), Corina comienza un viaje para encontrar a la autora de la novela y aclarar la situación, con la esperanza de no perder su empleo o el de sus compañeros.
La historia nos muestra las dificultades que enfrenta una persona con agorafobia y el miedo que siente ante los cambios en su vida.
Al inicio, la trama tiene un buen desarrollo, logrando que un plano secuencia (escena grabada sin cortes) nos muestre con detalle la rutina diaria de Corina y los peligros de la ciudad.
Este inicio es una de las mejores partes de la película. Sin embargo, los actos posteriores se sienten apresurados y no tienen el mismo nivel de cuidado, haciendo que no se desarrollen por completo los personajes.
El conflicto inicial se resuelve de forma rápida, mientras que el miedo de Corina a enfrentarse al mundo exterior desaparece de manera abrupta, lo que deja una sensación de declive.
Aunque no todo el desarrollo es el mejor, la narración y la banda sonora logran acompañar muy bien las escenas. Su uso de la colorimetría refuerza la identidad visual de la película y recuerda al estilo de Wes Anderson.
Corina transmite un mensaje interesante: si no realizas un cambio significativo en tu vida, no obtendrás resultados diferentes. Solo al tomar decisiones valientes y arriesgadas es posible experimentar un crecimiento personal real. La historia deja claro que, para crecer, es necesario enfrentarse a los miedos y desafíos.