Con la presentación de “Ser hombre. Las masculinidades”, inició el 6° Seminario Central sobre las Prácticas de Género en el CCH, Construyendo Masculinidades Saludables e Igualitarias, donde los participantes analizaron los temas de Género y sexo; Roles y estereotipos; Visión androcéntrica en el mundo; Efectos de la masculinidad hegemónica, y Las masculinidades alternativas.
Ricardo Enrique Ayllón González, especialista del Grupo Gendes A.C., explicó: “el ejercicio consistió, entre otros aspectos, en descubrir qué tipo de masculinidades o modelo masculino se vive, para reflexionar sobre los roles y estereotipos que generan un impacto decisivo en la vida de las personas”.
Además, indicó que en este proceso entran en juego aspectos relacionados con el código, significado y conducta del ser hombre en el contexto social, cuya idea es “visualizar la responsabilidad activa de las conductas para modificarlas, porque son aprendizajes y emociones aprendidas que se pueden cambiar”.
Al presentar la plenaria de trabajo, los participantes compartieron cómo interpretan la masculinidad y el papel de ser hombre durante la niñez, la adolescencia, al ser adulto joven y adulto mayor.
“Durante la infancia, los niños son permeables a los mensajes de género de la familia, escuela y otros grupos sociales donde se desarrolla, como en el ámbito deportivo, religioso o cultural”.
Como ejemplo, destacó la dinámica de selección de juguetes “para niñas y niños”, así como la práctica deportiva, escenarios donde se mide la virilidad de los niños según sus preferencias.
A su vez, en la adolescencia, las prácticas masculinas se reafirman con el deporte de contacto, la separación en el hogar de tareas femeninas y el surgimiento de la idea de que los hombres deben ser los protectores de la pareja y la familia.
Más adelante, la reflexión se centró en la influencia de la familia y las amistades, así como las primeras relaciones con la pareja, donde se asume que por ser hombre debe tener una relación para demostrar su virilidad, una idea de género en torno a la masculinidad.
“En la familia se refuerzan las prácticas masculinas del deporte y actividades complementarias, además de que los hombres no hacen tareas domésticas femeninas”, explicó el especialista.
Asimismo, otro aspecto importante es que la familia enseña a los hombres adolescentes a defender el honor y proteger “el nombre”.
En la etapa de adulto joven se insertan ideas y prejuicios de género, entre ellas, estudiar carreras profesionales de corte masculino, como las ingenierías. En el entorno familiar, el estereotipo ordena que el hombre debe formar, mantener, liderear y ser emocionalmente fuerte, es decir, no mostrarse vulnerable frente a la sociedad.
Por último, en la etapa de adulto mayor, el esterotipo indica que el hombre debió haber cumplido con formar una familia y ser la autoridad; tener estabilidad económica y contar con propiedades, entre otros asuntos relevantes.
Los participantes coincidieron en que los temas anlizados y expuestos pueden ser aprendizajes para mejorar la práctica docente con los estudiantes hombres en el salón de clases, ya que esto permite que los jóvenes sientan confianza para reconocer su vulnerabilidad, sus emociones, elegir carreras según sus preferencias y conocer otras maneras de masculinidad.