Durante el Segundo Congreso de Educación Ambiental en el Bachillerato para el Desarrollo Sostenible, Rocío García Martínez, investigadora en el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, señaló que más de la mitad de la población mundial vive en zonas urbanas, lo que representa un cambio en el uso de suelo y una reducción de áreas verdes, hecho que se traduce en un incremento de la huella ecológica.
Durante su ponencia “Efectos del cambio climático en la calidad del aire en un área urbana y periurbana por el fenómeno de evapotranspiración”, la investigadora expuso que para la producción agrícola se tienen procesos de más tiempo para que los alimentos lleguen a las comunidades.
“El cambio climático está sucediendo como una afectación del clima. En la Ciudad de México tenemos un crecimiento desordenado, hay contaminantes que se emiten hacia la atmósfera que tienen origen antropogénico (relacionado con las actividades del humano) y biogénico (que tiene que ver con las actividades propias de la naturaleza)”, explicó.
“Hay que considerar tres aspectos importantes: aire, agua y suelo; todos contribuyen en una sinergia a la par de los alimentos. Si no tenemos un suelo saludable, no podemos tener frutos que den a tiempo; si no tenemos agua, no podemos nutrir el suelo y si el aire está contaminado, hay contaminación”.
En un evento del Programa de Estaciones Meteorológicas del Bachillerato Universitario (PEMBU), organizado por el plantel Oriente con el propósito de promover la realización de proyectos relacionados con las ciencias atmosféricas, la doctora en Física precisó que la evapotranspiración son los procesos que regulan los flujos de agua y energía entre el suelo, la vegetación y la atmósfera.
“Es la captura y fuga del agua, en algunas zonas se han formado comunidades donde utilizan algunos espacios verdes para alimento y durante estos procesos se evalúa su respuesta a cambios en el uso de suelo y climáticos”, dijo.
Se necesitan buenas prácticas
Sobre la conservación de los sistemas forestales, la galardonada con la Presea Sor Juana Inés de la Cruz en 2020 refirió que no es un resultado automático, pues se requiere de un enfoque de manejo de ecosistemas y de buenas prácticas de ordenación dirigidas explícitamente a la conservación.
En cuanto a las técnicas de conservación de sistemas forestales, expresó que existen programas de reforestación, pero a veces no queda claro el tipo de especie más valiosa que puede tener un crecimiento rápido en determinada zona.
“Si ese suelo es fértil, si la semilla de ese árbol tiene las cualidades para adaptarse a ese sistema, si es una especie arbórea que no requiere grandes cantidades de agua, si es un área donde llueve muchísimo y puede adaptarse de manera rápida, si la especie no se convierte en plaga que ataque a otras especies, son factores a considerar”, explicó.
Escasez de agua
Asimismo, la integrante del Claustro de Tutores de Posgrado de Ciencias Químicas y de la Tierra, ambos de la UNAM, señaló que ante la escasez de agua en las zonas verdes se realizan acciones alarmantes.
“Dicen: ‘oye, ¿ por qué si llovió hay tan poca agua?̛. Resulta que las raíces de los árboles capturan esa agua, pero mientras no haya agua ni raíces, todo se va al alcantarillado y luego a los océanos. La cuestión de la pérdida vegetal tiene como consecuencia la pérdida de agua dulce, que es la que consumimos”, alertó.
Por lo anterior, sugirió a los jóvenes realizar trabajos de cultivos: “en el Instituto hay investigadores que trabajan con azoteas verdes, mecanismos de recuperación de la humedad perdida y para la formación de nubes”.
“Otra cuestión es no desperdiciar el agua, bañarse con una cubeta, verificar las fugas, porque a veces se pierde más en fugas. Es importante cuidar el recurso, no contaminarlo cuando se realiza una actividad en el bosque y cuidar el bosque mismo, porque hay más incendios forestales provocados que los naturales”, lamentó.
La especialista hizo un llamado para ser empáticos con los ecosistemas, los manglares regulan el clima “y se están perdiendo al igual que las zonas verdes. Chicos, deben tener conciencia de la importancia de conservar las áreas verdes. El ser humano puede dejar de tomar agua y de comer dos o tres días, pero dejar de respirar, nunca”, explicó.
Por último, resaltó que la interacción entre el aire, el océano y el suelo es fundamental: “en el Instituto no paramos de hablar del impacto climático en la atmósfera, pero creo que los estudiantes deben tomar más conciencia de qué estamos haciendo bien y que no. El día que no tengamos agua, vamos a tomar conciencia, porque decía un investigador estamos alterando el metabolismo terrestre”, finalizó.