Una polifonía citadina

La región más transparente

Logró Carlos Fuentes un retrato fiel de los habitantes de la urbe

La región más transparente
Logró Carlos Fuentes un retrato fiel de los habitantes de la urbe

La Ciudad de México vista no como escenario sino como protagonista fue retratada con gran acierto por el escritor mexicano Carlos Fuentes en 1958, en su novela La región más transparente.

Por ella, las y los citadinos transitan, aman y odian, viven y mueren. Se trata de millones de personas con sus historias particulares que, por cuestiones del destino, llegan a entrelazarse de las formas más insospechadas.

La urbe se vuelve espejo y espectador de innumerables tragedias, eco de la “afrenta” de vivir en México y, sobre todo, en su capital, por la cual desfila todo tipo de personajes, desde los arruinados porfiristas que viven de sus recuerdos y añoran su antiguo esplendor y riquezas, hasta los nuevos burgueses, corrompidos por la corrupción y sus ligas con el poder.

También habla la clase baja —prostitutas, taxistas, estudiantes, espaldas mojadas, raterillos—, que desde las calles sucias y marginadas sobreviven como pueden.  Ahí están también los intelectuales, aquellos que pretenden criticar el orden social para, al final, ser absorbidos por él; o los orgánicos al servicio del sistema, junto a farsantes y arribistas que buscan dinero y poder, conviviendo con los viejos revolucionarios que contemplan la corrupción y el fracaso de su lucha por el bienestar social.

Todos tienen cabida en estas páginas, en una polifonía que recrea las formas de comportarse, pensar y hablar de los distintos estratos sociales.

Con esta obra se da por clausurada la literatura posrevolucionaria y de lo rural como tema de fondo que alcanzó su cumbre con Juan Rulfo, e incursionamos en el cosmopolitismo, que integra a las vanguardias artísticas y literarias, con sus temáticas centradas en la modernidad, los avances tecnológicos, el progreso material que, en México, quiso encarnar el régimen de Miguel Alemán, pero que acabó simbolizando la simulación y la transa como forma de vida.

Un joven Fuentes experimenta con diversas innovaciones literarias, como el constante cambio de voz narrativa, los largos soliloquios con reflexiones sobre la identidad y el ser nacional; los saltos temporales, las narraciones fragmentadas, entre otros recursos. De hecho, es la novela precursora del “boom” de la literatura latinoamericana.

Frente a nuestros ojos vemos cómo los personajes son marionetas de sus actos, sus prejuicios y falsedades. La urbe de ese entonces, con casi 4 millones de habitantes, se nos presenta como un ente vivo que empezaba a crecer desmedidamente, sin control ni orden, a la que se podía mirar con cierta resignación porque: “Aquí nos tocó. Qué le vamos a hacer. En la región más trasparente del aire”. 

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