los amantes

Una sorpresa para ver nuestra feminidad

No son cuentos de hada, pero igual sueñas

Una sorpresa para ver nuestra feminidad
No son cuentos de hada, pero igual sueñas

“Escribo sin la esperanza de cambiar nada. No cambiar nada... Porque en el fondo no estamos tratando de cambiar las cosas. Estamos queriendo florecer...”

Clarice Lispector es una autora brasileña que nació el diez de diciembre de 1920 en Chechelnik, Ucrania. Su nombre original era Chaya Pinjasovna Lispector, pero al emigrar a Brasil con su familia adoptó el de Clarice. Estudió Derecho y empezó a colaborar con algunos periódicos y revistas. Algunas de sus obras maestras: Una manzana en la oscuridad, de 1961, La pasión según GH, publicada en 1969, o La Hora de la estrella, de 1977. Sin embargo, su genio literario se cristalizó en el cuento. Una de las cosas que más me llaman la atención de Clarice Lispector es la sorpresa atrapada casi al final de todos sus relatos.

A través de sus textos, la imaginación de los lectores va construyendo imágenes casi vivientes. En el cuento El primer beso, se pueden experimentar esas cosquillas alegres que, comienzan en las puntas de los dedos y se extienden como un hormigueo eléctrico a través de toda nuestra piel; sólo con leer la descripción del contacto de un hombre con el amor.

Por otra parte, en Felicidad Clandestina, Lispector aborda el tema de la posesión del objeto sexual a través de una metáfora excelsa y absolutamente sensorial. En este texto, el concepto de placer está contemplado desde varias perspectivas: el deseo, la excitante espera y la posesión del objeto amado. Todo desde una mirada femenina que seducirá al lector.

Finalmente, en el texto Amor la autora hace una profunda reflexión sobre la construcción del espíritu femenino a través del personaje de Ana. En el fondo, Ana siempre había tenido necesidad de sentir la raíz firme de las cosas. Este cuento, nos lleva por los intrincados caminos de la construcción de la mujer; quien en muchos instantes parece desbordada por su propia naturaleza. Sobre todo, cuando se le concede el tormentoso privilegio de pensar y sentir. De pronto, un suceso cotidiano rompe la monotonía y la lleva a mirar cosas devastadoras con los ojos del interior. En este tiempo de la conmemoración del ocho de marzo, leer a Clarice Lispector es una parada obligada, para comprender la concepción femenina que se construye a través del pasado y el presente.

 

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