Las escuelas de actuación trabajan con la idea de formar actores y actrices que puedan interpretar el mayor número de papeles. En específico, las clases de actuación y construcción de personaje se proponen que sus aprendices generen una neutralidad para que, a partir de ésta, edifiquen las características particulares de cada personaje. Sin embargo, lo que se llama neutralidad es un concepto escurridizo que no se puede aplicar de manera generalizada.
El Glosario del actor define la neutralidad como “un estado de concentración con el propio cuerpo del actor, en donde está preparado para adquirir cualquier instrucción; es un cuerpo alerta frente a los cambios que tenga que hacer frente a estímulos”. El centro de este concepto es el cuerpo del actor, pero lo que no se ha explorado, al menos pedagógicamente hablando, es cómo el cuerpo no es una generalidad, sino una particularidad de cada individuo, de tal suerte que la neutralidad debería corresponder a las características de dicho cuerpo.
Mariano Ruiz se formó en el CUT (Centro Universitario de Teatro) y, de acuerdo con su propio testimonio, ahí buscó ese neutro que nunca le fue asequible. El problema radicaba en que durante sus años de formación la neutralidad que le pedían era una genérica, aquella que se supone corresponde a los hombres, si es que se pudiera decir que a todos les corresponde la misma. Sin embargo, la neutralidad de Mariano no es esa idea de neutralidad genérica para el sexo masculino. A lo largo de los años, Mariano ha descubierto quién es como artista y encontrado que la neutralidad que le es propia no es un común denominador, sino aquella que le corresponde a su cuerpo en el que desde siempre ha estado mucho más presente lo femenino.
Una vez libre de ese deber ser con el que intentaron (de)formarle, Mariano ha podido construir una carrera que le permite interpretar desde su neutralidad papeles masculinos y femeninos por igual. Inmediatamente después de su graduación del CUT, Mariano creó La novia, un espectáculo unipersonal de pequeño formato con el que incursionaba en el mundo del cabaret. Como espectadora recuerdo ver a Mariano construyendo un personaje que era a la par atormentado y divertido, pero -sobre todo- conmovedor. Me pareció que Mariano encontraba en él un espacio de creación en el que por fin se encontraba con su actoralidad.
Este espectáculo dio pie a The Shakespearean Tour, obra con la que ha consolidado su carrera como cabaretera y a través de la que se definió como actora. Mariano no se define como actriz porque piensa que es un término que le corresponde a las mujeres y no desea apropiarse de un lugar que no le corresponde, pero de igual manera considera que el de actor le limita a representar personajes masculinos.
Sin embargo, con el término actora, para definirse como artista escénico, evita el encasillamiento a la vez que propone un nuevo significado a la feminidad de los hombres en la interpretación. En términos de su trabajo actoral esto ha significado que lo mismo puede interpretar a Helena de Sueño de una noche de verano como al PRInosaurio, uno de sus más recientes personajes de cabaret en los que, asegura, puede “jugar con la masculinidad”.
Actualmente, Mariano trabaja en la construcción de un nuevo espectáculo en el que explora sus recursos actorales para compartirlos en el escenario, con el que se propone, además, seguir construyendo un espacio en el que se escuchen las voces no binarias. Esta puesta en escena estará lista el próximo año y pretende presentarse en Chihuahua y Veracruz, estados que tristemente ocupan los primeros lugares de crímenes de odio sobre la comunidad trans y gay del país. Nosotros creemos que la historia disidente de Mariano es inspiradora porque ha sido sobre los escenarios donde ha abierto puertas para discutir temas como el género y el no binarismo desde la creatividad y la generosidad de compartirse.
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