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Del CCH a proyecto de la NASA

Participó en el envío de Curiosity al espacio

Del CCH a proyecto de la NASA
Participó en el envío de Curiosity al espacio

Tenía 16 años cuando una estancia de verano en el laboratorio del biólogo Rafael Navarro González, en el Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, llevó a Paola Molina Sevilla a participar en la misión de la NASA que envió al robot Curiosity al espacio en noviembre de 2011.

De la mano del biólogo trabajó en investigaciones sobre análogos marcianos en la Tierra para que la sonda espacial contará con información, “ustedes también lo pueden lograr siempre y cuando tengan perseverancia y motivación, a veces no tenemos las mejores condiciones económicas o académicas, pero que lo quieran hacer es el primer paso para lograrlo, no tenemos más límites que los que nosotros nos ponemos”, afirmó Molina.

Al participar en el ciclo Ciencia a distancia de la UNAM, la destacada investigadora agradeció al programa por seguir siendo semillero de muchos chicos que tienen vocación, “ustedes deben quitarse la falsa idea de que necesitamos nacer con un microscopio para ser científicos”, les dijo.

La química narró que siendo estudiante del CCH fue invitada por su profesora de Biología para realizar una estancia, les dio temas y a ella le llamó mucho la atención el estudio de plasmas en los relámpagos volcánicos, cuando ni siquiera sabía qué era un plasma. Su tutor fue el doctor Rafael Navarro, quien llegaba de Estados Unidos y estaba estrenando laboratorio en el Instituto de Ciencias Nucleares.

“Era impresionante, único e innovador para esa época, él trabajaba con gases. Fue todo un reto y grato estar con él, tenía facilidad para explicar temas tan complejos para que una niña los comprendiera y se entusiasmara por querer saber más”, recordó la investigadora, quien se interesó tanto que “me motivó a investigar los volcanes y los tipos de gases que emanan de ellos”.

La maestra en Ciencias de la Tierra se emocionó tanto que quiso estudiar Biología, pero él le sugirió estudiar Química, para que le pudiera ayudar más, y luego se dedicaron a simular procesos atmosféricos que ocurrieron en la Tierra primitiva y a investigar cuerpos celestes para entender cómo se inició la vida. En aquel entonces se desconocía el término astrobiología, que la NASA adoptó en 1995, y se refiere al origen, evolución y distribución de la vida en la Tierra y el sistema solar.

“Fuimos pioneros de la Astrobiología en México, nos involucramos en el estudio de microorganismos extremosos”, destacó la maestra, quien recordó que antes en la década de los setenta se pensaba que solamente donde vivían los humanos había vida, pero después se observó que en lagos ácidos y alcalinos había microorganismos, en el fondo marino, en zonas árticas y polares, incluso en las altas montañas.

“Incorporamos ese conocimiento a nuestras investigaciones para tener ideas innovadoras y poder hacer estudios diversos. Conforme cursé mi carrera e hice mi trabajo social con él, me dio más responsabilidades y  tuve la clara idea de que mi tesis iba a ser de Ciencias Planetarias”, abundó.

Actualmente, dijo, es muy importante el estudio de Titán, una de las lunas de Saturno, y de Europa, que es satélite de Júpiter, y Marte, que presenta cambios estacionales como la Tierra y sus características geológicas son parecidas a las de nuestro planeta, con la diferencia de que no tiene placas tectónicas que destruyan vestigios de lo que fue la vida en su inicio y permita estudiar organismos de hace cuatro mil millones de años o de 3.5 mil millones de años, cuando surgió la vida en nuestro planeta.

También trabajó en estudios del planeta rojo y buscaron análogos marcianos en la Tierra para que la sonda espacial ya llevara información, para ello invitaron al doctor Navarro al desierto de Atacama, en Chile, donde analizaron su suelo y se familiarizaron con las misiones espaciales, como el envío del robot Curiosity.

Los resultados de las investigaciones en Atacama fueron publicados en la revista Science y su nombre apareció cuando todavía no terminaba su licenciatura, pudo asistir a eventos importantes de ciencia y astrobiología, estuvo dos semanas en un congreso en la NASA y “puedo decir que el nivel educativo de la UNAM está a la par de cualquiera del mundo”, aseguró.  

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