Una carta de despedida, por Joan Margarit

Poeta y arquitecto catalán

Joana, la memoria de su hija muerta

Poeta y arquitecto catalán
Joana, la memoria de su hija muerta

Poco se sabe aun en México de la obra de Joan Margarit, el extraordinario poeta catalán ganador del Premio Cervantes en 2019, un par de años antes de su fallecimiento, en 2021, a los 83 años de edad.

Hombre que amaba la cultura y el arte, incluso llegó a decir, al recibir el máximo premio en español: “Me interesa la cultura; lo demás no tiene solución”. Era un gran defensor de la libertad, y en su poesía se reflejó con especial interés este aspecto.

A pesar de lo diversa que es su obra, me quiero centrar en un libro especial: Joana, dedicado a su hija del mismo nombre, quien falleció en 2001. Este conjunto de poemas son de gran calado, de un lirismo delicado, hecho con la filigrana de la emotividad, sin dejar de lado el ritmo y las formas:

 

Canción de cuna

Duerme, Joana.

Y que este Loverman – oscuro y trágico

del saxo de tu hermano en Montjuïc-

te pueda acompañar

toda la eternidad por los caminos

que tan solo la música conoce.

Duerme, Joana, duerme.

Y a poder ser no olvides

tus años en el nido

que dentro de nosotros has dejado.

Envejecer será también guardar

los colores que un día brillaron en tus ojos.

Duerme, Joana. Ésta es nuestra casa,

y todo lo ilumina tu sonrisa.

Es un silencio amable donde ahora esperamos

redondear las piedras del dolor

para que cuanto fuiste sea música,

la música que llene nuestro invierno.

 

Leerlo significa un sobrecogimiento de los sentimientos, el corazón se contrae hasta volverse puño.

Este libro es, de alguna manera, el antónimo de Cecilia, de Antonio Gamoneda, donde el de León rememora el nacimiento de su nieta; lo interesante de estos dos libros es que en ambos hay una marcada presencia de la muerte, siendo el del catalán mucho más sobrecogedor, puesto al servicio del luto y la despedida.

 

Mientras tú duermes

En la plaza tomada por la lluvia

miro la alta ventana iluminada

que no quiero perder: no he de rendirme

a la condena de la vida.

Este lugar ya no es de la ciudad:

una plaza sin nadie con la luz

de hospital reflejándose en los charcos.

Las puertas automáticas

se abren de vez en cuando y dejan paso

a una oscura figura rutinaria.

Unas muletas cruzan, invisibles, la calle

y se acercan a uno de los coches, el nuestro,

el que nos llevará bajo la lluvia

hacia el silencio del dolor futuro.

Tu calidez efímera.

Triste felicidad la de esta paz

mientras recuerdo que tú y yo teníamos

mañanas que guardaban nuestros ojos.

Me daba tanto miedo

dejarte sola un día.

Por débil y pequeña que en la noche

llegue a ser la ventana iluminada,

éste es mi consuelo:

no habrá más desamparo ya que el mío.

 

Al respecto de Joana, Luis García Montero reconoce que “para Joan Margarit, el género poético en sí es una historia de amor con la verdad”. Y este libro es, ante todo, un canto de amor constante, más allá de la muerte, parafraseando al madrileño.

Retomar la obra de Joan Margarit, leerla a profundidad, sólo permitirá afianzar la sensibilidad literaria y ampliar las posibilidades y la plasticidad de la escritura.

Para los alumnos y profesores del CCH será fundamental leer la poesía del catalán, especialmente Vell malentès, Cálculo de estructuras, El primer frío, Casa de misericordia, entre otros libros.

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