examen perfecto

Cabrera Díaz aprendió en el CCH a ser autodidacta

Tras el examen perfecto, Luis está en camino de ser médico

Cabrera Díaz aprendió en el CCH a ser autodidacta
Tras el examen perfecto, Luis está en camino de ser médico

Gaceta CCH publicó en septiembre pasado la información sobre el diez perfecto logrado por Luis Alberto Cabrera Díaz tres años antes, los 128 aciertos del examen de aceptación de la Comipems, lo que le permitió ingresar al CCH. La nota ha rebasado el millón de vistas y él lo celebra con esta edición.

A pocos días de comenzar una nueva etapa académica llena de expectativas y retos, Luis Alberto dedica un momento para destacar que gran parte de este resultado fue su constancia, pero también el modo de trabajo que siempre ha distinguido al Colegio de Ciencias y Humanidades: el Aprender a aprender.

En el CCH, señala, aprendió que no puede esperar que la información llegue, “y me lo sirvan en bandeja de plata; si al final del día, por cualquier razón, los profesores no terminan los cursos, o no ven ciertos temas, no tengo por qué frustrarme y quedarme con la duda, sino buscar por mi cuenta y seguir. Ser autodidacta es una ventaja muy grande, sobre todo ahora que iniciaré mis estudios profesionales”.

De hecho, este fue uno de los motivos por los que eligió al Colegio como su primera opción de bachillerato, “me atraía más la idea de que llegara el momento en que ya no tuviera que depender de terceros para poder tener todo el conocimiento necesario y al final salí bastante bien”.

En este aprendizaje, precisa, hubo varios profesores que lo impulsaron; en particular en Biología I, en tercer semestre, con la maestra Blanca Lourdes de la Cueva Barajas, “excelente persona y maestra, en su forma de trabajo nos impulsaba a buscar por nosotros mismos las cosas; nos sembró esa semilla de la investigación por cuenta propia, pero no nos dejaba solos en ningún momento, al final ella nos explicaba si había alguna duda, era una forma muy práctica y eficiente de aprender”.

Pero también el acercarse al Programa de Jóvenes hacia la Investigación le permitió ampliar sus horizontes, junto a una estancia en la Facultad de Medicina fueron una parte importante para que empezara a recolectar conocimientos por su cuenta.

Al principio tenía un poco de miedo, recuerda, ya que se trataba de investigadores en toda la extensión de la palabra, sentía que lo que sabía no era suficiente para ayudarles en sus trabajos, pero todo salió muy bien. “Aprendí que a pesar de que la investigación puede parecer algo muy técnico, no puede ser algo que cause miedo o parezca muy lejano. Si hay interés se terminará aprendiendo, mucho o poco, eso es lo que importa”.

Y es muy bueno que se tenga esta oportunidad en el bachillerato, asegura, pues es un acercamiento a la investigación profesional, “que no es común ver a diario, definitivamente una experiencia que te abre los ojos, te libera de muchas dudas, pero también te deja otras que hay que sacar por cuenta propia. Además, te puede impulsar de verdad a iniciar una carrera científica gracias a todas estas oportunidades que te da la escuela”.

Con visión empática

Con la carta de asignación, que recibió hace unos días y que le comprueba su lugar en la Facultad de Medicina, el joven cuenta que tuvo que pasar por varias etapas hasta decidirse por la carrera que su padre también eligió en su momento. “No puedo decir que sólo haya sido por eso, pero fue una de las razones más grandes por las que quiero estudiarlo. Confío en que sea la decisión correcta”.

El primer acercamiento que tuvo en el sentido de ver por los demás, afirma, fue gracias a que se integró al equipo de Protección Civil del CCH, su primera práctica extracurricular que concluyó hasta su tercer semestre, no obstante, asegura que el compartir con el grupo le dejó muchos amigos y enseñanzas.

“Dicen que nuestra generación es especial, nos pasaron mil cosas, pero al final de todo se aprende y nos da más valía, salimos bien y logramos nuestro cometido. Cuando entré al CCH sabía a dónde quería llegar, pero no cómo iba llegar, no piensas en todo lo que tienes que hacer, llegué con ciertas expectativas y terminé pasando la raya, todo lo que imaginé hacer lo hice e incluso más cosas”, reconoce. 

En este proceso, también “me volví una persona más empática; antes me costaba mucho comprender la forma en que se sentían las otras personas. Desarrollé mis habilidades sociales, y eso es algo muy importante. Y tuve la suerte de que lo hice en el CCH acompañado de personas increíbles. Estoy agradecido de que me haya pasado todo esto”.

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