La Agenda 2030 se lanzó en 2015 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la cual se centra en alcanzar objetivos propios del desarrollo sostenible planteados en 17 ejes y 169 metas.
Para ello, la educación forma parte crucial en la fundamentación del desarrollo sostenible de cada país que la ha adoptado, incluido México, a través de tres dimensiones: económico, social y ambiental.
La educación en la Agenda 2030 hace referencia en alcanzar la universalización de la educación básica, brindar acceso y servicios de calidad en la atención y desarrollo para la infancia y adolescencia, además de asegurar el acceso en igualdad de condiciones para los tipos de educación técnica, media superior y superior.
A esto se agrega el aumentar las habilidades de los jóvenes en su incorporación al campo laboral; eliminar disparidades de género y promoción de la igualdad en la educación obligatoria y mejorar condiciones de alfabetización y promoción de una educación sostenible en todos los niveles educativos. Por lo anterior, es necesario reconocer como derechos prioritarios el desarrollo de una vida plena en cada persona.
En ese sentido, la educación juega un papel importante ya que mediante esta actividad se apuesta por la disminución de las brechas económicas y sociales, con el fin de enfrentar los retos, en especial, aquellos que se desprenden de la pandemia por Covid-19, como la profundización de las brechas antes mencionadas.
De tal manera, en el objetivo 4 se encuentra la promoción de una Educación de Calidad, la cual se define como un proceso de transformación social que apueste por la búsqueda de nuevos modelos pedagógicos alternativos enfocados en la promoción de nuevas maneras de pensar e interpretar la realidad.
La meta es propiciar cambios en las actitudes de la población en general y, por ende, construir nuevas relaciones con el ambiente, como la salvaguarda y el respeto de los recursos naturales y a la diversidad y la alteridad.
Para este propósito será importante que dentro del ámbito educativo se propicie que las escuelas sean espacios formativos y de socialización, es decir, que dentro de los procesos sea posible que las escuelas traspasen los salones de clase e incidan en los barrios, las comunidades y las familias.
De esta forma, cada institución educativa podrá desarrollar un tipo de responsabilidad social, donde el estudiantado y los cuerpos docentes tomen un papel activo de movimiento y adaptación para el cambio social, en la generación de vínculos sociales y construcción de comunidades más justas, igualitarias e incluyentes.
En el caso de la educación media superior y, en particular, del Colegio de Ciencias y Humanidades, es importante considerar los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en la revisión de los Programas de Estudio.
Al considerarla, el estudiantado podrá vincular los conocimientos teóricos con la práctica a través del fomento del pensamiento crítico y conseguir que mejoren sus habilidades para la resolución de problemas; aprender sobre el valor y salvaguarda de los recursos de los que disponen en sus comunidades y desarrollar actitudes cívicas con compromiso social hacia el futuro y las siguientes generaciones.
También pretende ser una oportunidad para la adquisición de conocimientos, habilidades y valores relacionados con el desarrollo de un estilo de vida en igualdad que deriven en transformaciones sociales a largo plazo.
Por ello, temas como la sustentabilidad, la perspectiva de género y la inclusión deben considerarse como ejes transversales en la formación del estudiantado del Colegio para que tanto estudiantes como docentes de las nuevas generaciones sean conscientes de la responsabilidad y compromiso social de la educación para la formación de ciudadanos comprometidos con la transformación social y de su entrono; esto ante los retos que se presentan a escala global y local manifiestos en diferentes dimensiones como la pobreza, violencia y desigualdad.
