Revisan el monólogo de la mano de Edgar Allan Poe

¡Viernes, teatro, acción!

Revisan el monólogo de la mano de Edgar Allan Poe

¡Viernes, teatro, acción!
Revisan el monólogo de la mano de Edgar Allan Poe

El ciclo ¡Viernes, teatro, acción! tuvo como invitado de honor al escritor estadounidense Edgar Allan Poe (1809-1849), considerado uno de los grandes maestros del relato, que en este caso sirvió para abordar el formato teatral del monólogo, a partir de la lectura dramatizada de su obra El corazón delator.

En la sesión, organizada por Teatro Isla de Próspero, el maestro Juan Alberto Alejos recordó que Poe no centró mucho su obra en el teatro, “pero nos interesa mucho porque es uno de los maestros más grandes del relato y a quienes usualmente podemos utilizar en las aulas, como referencia del formato teatral que es el monólogo”.

Recordó que el autor nació en Boston, Massatchusett, Estados Unidos, el 19 de enero de 1809, y se dedicó fundamentalmente a la narración, sin embargo, en sus inicios estuvo interesado en que se diera a conocer su labor poética y desde muy joven publicó el libro Tamerlán y otros poemas, dedicados a cuestiones líricas.

Hijo de actores itinerantes, quedó huérfano a muy corta edad y fue un tema que se volvió recurrente a lo largo de su trayectoria, que fue breve, pues falleció a los 40 años, marcado por su afición a la bebida, el juego y otras cuestiones un poco sórdidas, como la muerte de su esposa, que lo afectó mucho.

Hay que destacar su labor como crítico y literato, para muchos la mejor de sus facetas, aunque “yo diría que no es tanto una cuestión de valor, sino que su trabajo, sobre todo en la narrativa, eclipsó por completo sus otros trabajos literarios”.

De su narrativa, agregó Alejos, sobresalen sus cuentos, “porque en ellos expresa y manifiesta muchas ideas como crítico, pero también es un espacio donde logra encontrar unidad y libertad”. 

Muchos lo consideran pionero de la literatura policial y del género de terror, inclusive maestro de la ciencia ficción, porque abre un parteaguas a una serie de escritores que vendrían después y tendrían a Edgar Allan Poe a su principal referente.

En su literatura policial recurre varias veces al personaje Augusto Dupin, lo involucra en casos en los que tiene que descubrir o resolver algo. Entre sus obras más conocidas se encuentran el poema El cuervo, La caída de la casa de Usher, Aventuras de Arthur Gordon Pym y la historia que abordamos: El corazón delator.

“Si bien Poe no enfocó su carrera literaria al teatro, es muy interesante como dentro de la estructura del cuento, muchas veces tenemos un narrador que está contándonos en primera persona, que se encuentra dentro de la ficción y muchas veces como docentes en las aulas tenemos la oportunidad de utilizarlo como referencia del género narrativo, vamos a hacer un esfuerzo por dramatizar El corazón delator, un monólogo destinado al ámbito teatral, que podemos utilizar en textos narrativos, para darle otro giro, les explicó a sus alumnos.

“Es cierto, siempre he sido nervioso, muy nervioso, pero ¿por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos en lugar de destruirlos o embotarlos y mi oído era el más agudo de todos, oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo, oía muchas cosas del infierno, ¿cómo puedo estar loco entonces? Escuchen y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.

Me es imposible decir cómo aquella idea entró en mi cabeza por primera vez, pero una vez concebida me acosó noche y día, yo no perseguía ningún propósito, ni tampoco estaba colérico, quería mucho al viejo, jamás me había hecho nada malo, su dinero no me interesaba, me parece que fue su ojo, sí, eso fue, tenía un ojo semejante al de un buitre, un ojo celeste y velado por una tela, que cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre y así poco a poco me fui decidiendo a matar al viejo y librarme para siempre de ese ojo”.

A continuación, el profesor Juan Alberto narró cómo se condujo el personaje antes de matar al viejo, después de siete largas noches de vigilarlo y describió con detalle los momentos previos al asesinato y luego cómo dispuso del cadáver.

Más tarde, relató, alertada por un vecino, llegó la policía y el asesino platicó tranquilamente con los agentes, al cabo de un rato se sintió mal y escuchó un latido persistente que cada vez se oía más, lo trastornó tanto que lo hizo confesar su crimen, concluyó.

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