Herrasti crea un vínculo con dicha mítica novela japonesa

Las muertes de Genji

Herrasti crea un vínculo con dicha mítica novela japonesa

Las muertes de Genji
Herrasti crea un vínculo con dicha mítica novela japonesa

Pocas novelas a nivel mundial han tenido el reconocimiento unánime por parte de sus lectores y críticos como es La novela de Genji, de la escritora Murasaki Shikibu, desde el implacable Harold Bloom, pasando por la asaz crítica y sensible Marguerite Yourcenar, hasta el mítico Jorge Luis Borges.

Escrita en el año 1000, la novela de Shikibu recrea el periodo Henai de Japón, cuando Japón no se llamaba así y tenía una enorme influencia de China.

La historia, grosso modo, da cuenta de las travesías, aventuras y tropelías del príncipe Genji, un ser donjuanesco. Libro que combina prosa, poesía y dramaturgia, es considerado la primera novela moderna.

Traducida en 1925 por el inglés Arthur Waley, la novela se conoce en el mundo occidental y pronto, muy pronto, encuentra a sus interlocutores. Uno de ellos, casi cien años después de esa primera traducción, es Vicente Herrasti, quien escribe su propia novela: Las muertes de Genji (Alfaguara, 2023).

La trama de la obra de Herrasti es, de alguna manera, simple: tres académicos y estudiosos de Shikibu son convocados a una convención en Ámsterdam por una extraña mujer para tratar la obra japonesa, de ese misterio que envuelve los últimos capítulos de la novela de Genji, donde desaparece el protagonista.

En ese cruce de historias, cada uno de los personajes hallará sus propios laberintos y cercanías con la novela, más allá de los puramente literario.

Castiglione, acaso la punta de lanza, el eje rector de la novela, es un profesor de Literatura, experto en poesía italiana, quien, en la presentación de su libro de ensayos, conoce a Martina, una adolescente que lo introduce en la novela, lo cual le permite sumergirse en un mundo completamente distinto al que conocía.

Con esto quiero decir que la novela de Herrasti, a su manera, también se trata de una historia de amor, imposibilitado por las propias manías de ambos personajes.

En cuanto a su estructura, la obra de Herrasti se compone de siete capítulos: Esfumado entre las nubes; El Puente de los Tiempos; Doy para que des; Un libro para adultos; Cerezas de Yamagata; Los viejos abanicos y Benzaite.

Esfumado entre las nubes es la puerta de entrada a esta novela y a la otra: en una mesa, durante la comida, se conocen los tres personajes, quienes van tejiendo y destejiendo sus propias obsesiones e ideas en torno a Japón y la creación de Shikibu.

Para mi gusto, el mejor momento es Cerezas de Yamagata, pues se compone de la mejor lírica, está escrita con un lenguaje mucho más poético que los demás capítulos. Acaso sea en el que Herrasti intentó emular la propia obra de la escritora japonesa.

Decir que Las muertes de Genji es una novela de novelas no es nada descabellado, pues cada capítulo tiene su independencia, es una serie en la que puedes comenzar en medio y tienes todo un bloque listo para contarte una trama, desarrollarla y darle una solución justa y firme.   

Otro de los grandes aciertos de Herrasti es que no caen en el academicismo ni adoctrinamiento, ni en la pedantería de escritor culto que quiere aleccionar al lector.

Eso hubiera sido un enorme error y supongo que se resistió a hacerlo. Con Las muertes de Genji crea una obra asible, escrita, en su mayoría, con un narrador omnisciente, que se encuentra a una excelente distancia de cada personaje para presentarlo sin caer en el exceso o la repetición.

No cabe duda que Herrasti pone, al menos en el panorama hispano, una novela que permitirá conocer un poco más la rica y larga tradición literaria de Japón, hoy en día liderada por figuras como Haruki Murakami, recién ganador del Premio Princesa de Asturias, Banana Yoshimoto y en otrora tiempo Yukio Mishima, Kenzaburō Ōe, Ryunosuke Akutagawa o Yasunari Kawabata

Para los alumnos del Colegio de Ciencias y Humanidades sería una enorme contribución la lectura de ambas novelas, pues la cultura otaku, de la cual muchos jóvenes son seguidores, abreva ese cúmulo cultural e intelectual de Shikibu.

Compartir: