Transformador de la educación

Pablo González Casanova, fundador del Colegio

Tenemos que preparar a la juventud para entender el mundo y cambiarlo, planteó

Pablo González Casanova, fundador del Colegio
Tenemos que preparar a la juventud para entender el mundo y cambiarlo, planteó

Hace 53 años, el entonces rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Pablo González Casanova, impulsaba el surgimiento de una nueva manera de educar a la juventud mexicana. Su visión adelantada a su tiempo permitió que hoy más de un millón de hombres y mujeres se hayan formado bajo los principios pedagógicos del aprender a aprender, aprender a hacer y aprender a ser.

El destacado universitario nació el 11 de febrero de 1922 en la ciudad de Toluca, Estado de México. Su formación profesional en estudios de Derecho, Historia y Sociología la desarrolló en las aulas de la UNAM, de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, del Colegio de México y en la Universidad Sorbona de París.

Dichos conocimientos le ofrecieron las herramientas para comprender su presente social y político y visualizar las coyunturas, pero sobre todo las oportunidades de desarrollo a futuro no sólo para la misma Universidad Nacional, que dirigió, sino para el país y también para América Latina.

Muy joven, a los 21 años ingresó al Instituto de Investigaciones Sociales como investigador científico; cuatro años después obtuvo la maestría en Ciencias Históricas, que lo impulsó en el camino de la docencia, en particular, para transformar los métodos de enseñanza. Su pensamiento retomó ideas de maestros como José Gaos y José Miranda. También de los profesores Manuel Pedroso, Ramón Iglesia, Rafael Sánchez y Alfonso Reyes; tuvo contacto con el pensamiento del poeta José Martí.

 

Impulsó el estudio de la Sociología

En la UNAM se distinguió por su visión crítica al dirigir la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales y el Instituto de Investigaciones Sociales, de 1957 a 1965, y 1966 a 1970, respectivamente. Fue en dichas sedes donde dio mayor impulso al estudio de la sociología, precursor de una importante generación de especialistas en el área y proyectos de investigación.

Muchos de estos aspectos los plasmó a lo largo de su vida en textos como La democracia en México (la cual ha sido traducida a varios idiomas); Las categorías del desarrollo y la investigación en ciencias sociales, América Latina en los años treinta, Sociología de la explotación, El Estado y los partidos políticos en México: ensayos, México ante la crisis, El Estado en América Latina: teoría y práctica; La democracia de todos, La Universidad necesaria en el siglo XXI, Las nuevas ciencias y las humanidades: de la academia a la política, entre otros.

Su labor como investigador y académico le permitió perfilarse para encabezar a la máxima casa de estudios, en especial, frente a un escenario que demandaba soluciones ante el aumento en la demanda de educación superior, y una sociedad con numerosas problemáticas acentuadas después del movimiento estudiantil del 68.

 

Transformar la Universidad

En su discurso del 6 de mayo de 1970, al asumir su rectorado, señalaba: “los jóvenes deben tener la esperanza de poder aprender y de poder hacer, de poder actuar para una Universidad mejor y un México mejor”, y para ello era importante una transformación en esta casa de estudios.

Así lo expresaba: “Todos queremos la democratización de la enseñanza, como apertura de los estudios superiores a un número cada vez más grande de estudiantes y también como una participación mayor en la responsabilidad y las decisiones universitarias por parte de los profesores y los estudiantes”.

Una de sus primeras acciones fue el Proyecto Nueva Universidad, labor que estuvo encabezada por un grupo de destacados universitarios: Roger Díaz de Cossío, Rubén Bonifaz Nuño, Ricardo Guerra; Juan Manuel Lozano Mejía; Manuel Paulín Ortiz; y Víctor Flores Olea; al año siguiente se impulsó la creación del Colegio de Ciencias y Humanidades.

Así lo destacaba en la sesión ordinaria del Consejo Universitario del 26 de enero de 1971. “Hoy la Universidad da un paso muy importante al considerar un proyecto que tiende a fortalecer su carácter de Universidad”. Se trataba de una nueva forma de enseñar y aprender donde el eje principal era el estudiante. 

Con el nacimiento del CCH se resolvían tres problemas: “Unir a distintas facultades y escuelas que originalmente estuvieron separadas; vincular la Escuela Nacional Preparatoria a las facultades y escuelas superiores, así como a los institutos de investigación”.

Así como, “crear un órgano permanente de innovación de la Universidad, capaz de realizar funciones distintas sin tener que cambiar toda la estructura universitaria, adaptando el sistema a los cambios y requerimientos de la propia Universidad y del país”.

 

El Sistema de Universidad Abierta

Ese mismo año daría paso a la fundación del Sistema de Universidad Abierta e impulsaría el Programa de Descentralización, lo que llevó más tarde a la creación de las facultades multidisciplinarias.

Para la década de los ochenta, continuaría sus esfuerzos en la creación de nuevos espacios para la investigación; junto con otros universitarios fundó el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades, que dirigiría hasta finales de la década de los años noventa.

Recibió importantes reconocimientos por sus contribuciones desde la academia, fue nombrado Investigador Emérito y Profesor Emérito por la Universidad Nacional en 1984 y Premio Nacional de Ciencias Sociales en 1984, Premio Daniel Cosío Villegas, Premio Nacional de Ciencias y Artes. Más de ocho universidades le otorgaron el grado de Doctor Honoris Causa.

 

Recibió galardón de la Unesco

En 2003, la Unesco lo galardonó con el premio Internacional José Martí por su defensa de la identidad de los pueblos indígenas de América Latina, ya que “se ha distinguido por su lucha contra el racismo, el apartheid y la exclusión social, así como por su defensa de los valores y la identidad de los pueblos de América Latina.”

Y fue precisamente este compromiso por defender y buscar el reconocimiento de los pueblos indígenas que fue nombrado por la Comandante General por la Comandancia General del Comité Clandestino Revolucionario Indígena del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 2018.

“… Debo decir que ahí me adherí al zapatismo y que he aprendido más de lo que ustedes pueden imaginar. He aprendido a oír más, a dialogar más, a pensar y actuar más. Allí aprendí también a vincular conocimientos y saberes del aula y del campo, a entender desde abajo y a la izquierda que el corazón tiene razones que la razón no comprende, que se manifiestan muchas veces en formas no verbales, sino de solidaridad y de apoyo mutuo. En la selva Lacandona me percaté de cómo seguimos siendo un país incompleto que no se reconoce a sí mismo porque no reconoce al indio y no se da cuenta de la grandeza del indio y de México, de la dignidad y la identidad de los pueblos originales”.

Y sentencia, “mientras esto no suceda, será imposible que México ocupe un lugar de avanzada en el mundo”.

Con estas palabras se dirigía a los jóvenes del CCH en abril de 2011, en voz de su hijo Fernando González Casanova, donde los instaba a seguir aprendiendo. “La educación propia y la de los demás es una lucha actual por aprender a aprender, aprender a pensar, a leer y escribir, aprender a razonar, recordar, experimentar y practicar”.

Para ello, afirmaba: “implica un desarrollo del pensamiento crítico, reflexivo y creador, un amor a la lectura de la poesía y la narrativa, un acercamiento a las ciencias de la historia y de la sociedad, un conocimiento de las matemáticas como lenguaje para razonar y hacer ciencia, un conocimiento de las ciencias experimentales y de la práctica de las utopías, así como una práctica de los oficios manuales y de los juegos y deportes, tareas que no son abrumadoras cuando se emprende el aprendizaje como una actividad vital que no se deja y que se sabe combinar con el trabajo, la lucha y la fiesta”.

 

Premio en nombre

En el centenario de su natalicio, el entonces rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, instituyó el premio homónimo. Pablo González Casanova murió el 18 de abril de 2023 a la edad de 101 años, dejando un enorme legado intelectual para entender el mundo. 

“… Las innovaciones de las ciencias y las tecnociencias nos obligan a actualizar muchos de nuestros conocimientos y a seguir aprendiendo a aprender, a lo que también estamos obligados si queremos descubrir, con nuestro propio saber y entender, los nuevos y ricos proyectos de la emancipación humana por los que debemos luchar sin cejar, a sabiendas de que, como maestros —y también como estudiantes— tenemos que preparar a la juventud para entender el mundo y para cambiarlo”, dijo el exrector en uno de sus mensajes a la juventud.

Compartir: