Mujeres levantando las manos

Desde 1975 se ha  “celebrado” el Día internacional de la mujer, pero ¿qué significa? ¿Cuál es la importancia y de qué sirve “felicitar” a las mujeres por ser mujeres? El término mismo y el ideal han cambiado. Se han abierto el camino para ser visibles en cada una de las esferas en las que se desenvuelven como estudiantes, madres, hijas, profesionistas, hermanas, amigas, compañeras, ciudadanas, esposas, parejas y en todos aquellos escenarios donde ya no están calladas porque no están ausentes.  

Desde el siglo XXI o  el llamado “Siglo de la mujer”, los  credos se han transformado, su voz y trabajo se nota con más  fuerza porque quieren, aspiran y buscan las mismas oportunidades de desarrollo y bienestar que los hombres; necesitan una igualdad, calidad de vida y una equidad que les permita desencadenarse  de los estereotipos, limitaciones y “deberes sociales” que se les han dado por años y que no les han permitido ser y estar plenamente.  

Se quiere una autonomía para decidir cuándo ser madres, de lo que desean tener y hacer. Las mujeres merecen tener el mismo pago que sus homólogos varones y no padecer violencia en todos sus sentidos; en síntesis, estos y más son los principios que permiten al feminismo ser el credo de las mujeres que saben lo que quieren, merecen y aspiran. No más, no menos que el hombre. 

Todas y todos debemos buscar una sociedad armónica que abogue por una igualdad de género y equidad, donde esto sea una responsabilidad y deber indiscutible, para que así se pueda tener un país que no violente más a la mujer, donde la educación sea un pilar fundamental para crearlo. Niñas y niños deben ser conscientes de que hombres y mujeres son iguales y tienen los mismos derechos y libertades.  

Por ello, la sociedad debe crecer y ser lo suficientemente inteligente para concebir a la mujer tal cual es en derechos, oportunidades y formas de vivir porque… 

Las mujeres no somos “caras bonitas”,  somos un cerebro absolutamente capaz de crear cosas sorprendentes y maravillosas. 

No somos marimachas por elegir la preferencia sexual que nos haga sentir amadas y libres. 

No somos “groseras” por no aceptar la invitación de un hombre.  

No somos las que “dependen” de alguien para ser felices, somos las que nos amamos. 

No somos “mamás luchonas”, no necesitamos de un hombre para salir adelante.  

No somos “liberales”, solamente estamos conscientes en qué momento ser madres y tomar las riendas de nuestra vida.  

Porque no somos lo que esperan, sino algo mejor que supera las expectativas, y con la libertad de ser y decidir seguiremos luchando por nuestros derechos.   

 

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