Vindictas

Vindictas

Encabeza lo que ocurre en cuanto a rescate y divulgación de otra literatura

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Encabeza lo que ocurre en cuanto a rescate y divulgación de otra literatura

Hace más de dos años inicié, en diversos medios de comunicación, un recorrido por la literatura escrita por mujeres latinoamericanas. Lo que llamé Ruta de viaje comenzó por la obra de autoras argentinas, pasé a las uruguayas, después a las bolivianas, las ecuatorianas, las peruanas y ahí, lamentablemente, culminó mi recorrido. Me quedé corto y, valga la confesión no pedida, frustrado.

No cabe duda que para mí fue gratificante dialogar, desde la lectura o personalmente, con escritoras de primer orden: Fernanda Trías, Mariana Enríquez, Valeria Luiselli, María Fernanda Ampuero, Liliana Colanzi, Natalia García Freire, Gabriela Ponce, Mónica Ojeda, Paola Senseve, Rafaela Lahore, entre muchas otras.

Viene a cuento esta anécdota porque recién tuve la oportunidad de entrar en el universo de Vindictas. Cuentistas latinoamericanas (UNAM-Páginas de Espuma, 2020), el enorme trabajo de investigación, edición, recopilación y rescate de escritoras que hicieron al alimón Socorro Venegas y Juan Casamayor y sus equipos.

La tradición latinoamericana literaria es cuentística: mientras que en la novela, España competía (y sigue compitiendo) frente a América Latina, con narradores de largo aliento y de enorme talento, en la narrativa breve nuestros escritores llevaban una evidente ventaja. El cuento como género tomó nuevas dimensiones en español escritores comenzaron a delinear nuevos universos, estructuras radicales, innovadoras, con un lenguaje fresco, novedoso. Sin embargo, no era suficiente.

Es muy cierto que la gran tradición literaria continental tiene en su pléyade a hombres, con proyectos como Vindictas… se renueva el panorama literario. Aquí vienen a “renacer” autoras que habían sido olvidadas o aplastadas por la indiferencia.

Esta exhumación de letras que es Vindictas incluye los, desde ya, importantes nombres de: Marta Brunet, Mimí Díaz Lozano, Hilma Contreras, Silda Cordoliani, Susy Delgado, Pilar Dughi, Mercedes Durand, María Luisa Elío, María Virginia Estenssoro, Rosario Ferré, Mercedes Gordillo, Gilda Holst, María Luisa de Luján Campos, Marvel Moreno, Bertalicia Peralta, María Luisa Puga, Ivonne Recinos Aquino, Armonía Somers, Mirta Yáñez y Magda Zavala.

Algunos nombres ya venían tomando vuelo, como Somers y Puga, pero para mí ha sido un deleite hallar cuentos tan bien calibrados como los de Marvel (Barlovento), Holst (Reunión), Brunet (Soledad de la sangre) y Estenssoro (El occiso), experiencia similar a intentar respirar cinco minutos debajo del agua.

Sin duda, no se trata de repetir patrones y buscar un nuevo canon, como el hecho por la generación del boom, ni con las escritoras que recupera Vindictas, tampoco con las autoras noveles. Ellas, como coincidieron Trías, Ampuero, Luiselli y Colanzi cuando charlé con cada una, no quieren hacer un grupo, pues no lo son. Cada una escribe desde su propia realidad y, siendo el mismo territorio, comparten oscuridades, limitantes, miedos, violencias. Sobre todo, violencias.

Narrativa breve, intensa, llena de realismo, en otros momentos de ficción e inventiva acelerada, la prosa de estas autoras es depurada, con momentos, muchos, bien elegidos, donde se llega al ritmo e imagen poética.

Más allá de gastar una lista de nombres, creo que la colección Vindictas, que reúne novelas de otras escritoras, está al mando de lo que ocurre en cuanto a rescate y divulgación de otra literatura.

Ahí están Guadalupe Marín, María Elvira Bermúdez, Yolanda Oreamuno, Vladu Kociancich, Tita Valencia y Luisa Josefina Hernández.

Yo quisiera agregar un nombre que aún falta dentro de este universo tan ambicioso y estructurado: Lupe Rumazo, la gran escritora ecuatoriana, sobre todo ese monumento literario que es Carta larga sin final. Me encantaría saber que esa novela estará entre nuestro público universitario, así como entre las manos de los estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades. 

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