SILVANO HÉCTOR ROSALES AYALA

Respeto total a la creatividad y la inconformidad

Fomentar el pensamiento crítico es la esencia del CCH, afirma el reconocido investigador

Respeto total a la creatividad y la inconformidad
Fomentar el pensamiento crítico es la esencia del CCH, afirma el reconocido investigador

“La esencia del CCH, en sus 50 años, es el fomento del pensamiento crítico y la formación de generaciones de estudiantes capaces de entender el funcionamiento y el dinamismo de una sociedad capitalista, de sus contradicciones y de las opciones que hay para mejorar la calidad de vida de los mexicanos. La esencia es el modelo educativo orientado a abrir las mentes juveniles, respetando su creatividad y su inconformidad”.

Así lo define Silvano Héctor Rosales Ayala, egresado del plantel Vallejo y actualmente investigador del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, de la UNAM.

Al referirse al medio siglo de vida de la institución, el investigador reflexiona sobre algunos de sus retos en este momento, como “el uso inteligente de las Tecnologías de la Información y la Comunicación; identificar los desafíos globales y nacionales; el cuidado de la naturaleza, enfrentar la violencia estructural y delincuencial; el buen gobierno (crítica a los Estados nacionales), confrontar el patriarcado y apoyar los movimientos feministas. Asimismo, profundizar el estudio de los conflictos culturales, entender los conflictos entre la cultura hegemónica y las culturas subalternas (indígenas, populares, comunitarias) e Introducir más contenidos artísticos (no sólo como prácticas, sino también como modos de conocimiento)”.

 

El estudiante, sujeto de aprendizaje

Hace 49 años, el también autor de los textos “Políticas Culturales en México”, “Participación popular y reconstrucción urbana” y “Tepito: ¿recrear el mito o construir la alternativa?”, formaba parte de la segunda generación de alumnos que creían en el proyecto educativo creado por el entonces rector Pablo González Casanova.

La visión del CCH, dice, era diferente de lo que existía para el nivel bachillerato, pues consideraba al estudiante como sujeto de aprendizaje. “A diferencia de modelos educativos que conciben al estudiante como un depósito de información, el estudiante cecehachero aprende a aprender, adquiriendo herramientas intelectuales y estrategias prácticas para relacionar con la realidad, además de aprender a colaborar (en lugar de competir) con sus compañeros. (…) y es valorado como un ser singular capaz de asimilar los contenidos de las materias, al mismo tiempo que se exploran caminos propios, porque se ha despertado la curiosidad científica, artística y cultural”.

Estos aprendizajes, asegura, lo han acompañado en su trayectoria profesional como sociólogo, maestro en Arquitectura y doctor en Estudios Latinoamericanos. Ahí en el CCH advirtió “la importancia que se le da al pensamiento crítico, la enseñanza de la historia, sobre todo de la historia de México. Más allá de lo anecdótico o lo narrativo, se buscan los factores determinantes, ya sean económicos o políticos”.

Del mismo modo fueron importantes las asignaturas del Área de las Ciencias Experimentales, ya que se “enseña a respetar el método científico como patrimonio social. La conciencia social de la ciencia y su papel en las sociedades modernas. Y el área de lengua y expresión. Hasta la fecha considero que aprender a leer con método ha sido determinante en mi trayectoria profesional. Los estudios de licenciatura y posgrado se facilitan cuando el estudiante está acostumbrado a usar los libros y revistas como fuentes de información y, posteriormente, su procesamiento para generar conocimiento. En el ejercicio profesional la escritura sigue siendo la principal fortaleza profesional”.

Todo lo anterior de la mano de los profesores, como María Eugenia Espinoza de Mesta (de Historia), quien le permitió vivir dicha disciplina “como proceso vivo que puede cambiarse y que tiene una dialéctica. Aprender del pasado para que la violencia del Estado no se repita”. Con Pedro Olea, profesor de Redacción, aprendió a escribir “hasta hacer de este ejercicio una práctica que nos acercó no sólo a la enunciación de discursos, sino también al disfrute de la lectura y de la escritura”.

Y recuerda cómo un día confió en que obtendría fácilmente una calificación en la materia de Historia, pero al ganarse sólo una S la maestra le dijo: “Tú puedes tener un mayor rendimiento en mi clase, debes aprender a no conformarte”. Al siguiente semestre, con la misma maestra obtuvo MB. “A veces las lecciones se reciben más allá de los contenidos”.

Para concluir, el especialista se dirigió a los actuales cecehacheros y les expresó su solidaridad y admiración. “Hace cuatro décadas estuve en su lugar y disfruté de esa sensación de infinito que da la juventud. Me dirijo a las estudiantes para decirles que resistan la sociedad patriarcal, más pronto que tarde viviremos en sociedades respetuosas de las diferencias. No teman expresar su descontento, pero no olviden construir alianzas con sus compañeros. A los jóvenes les pido también que hagan su parte, incluyan en sus planes de vida la comprensión de la violencia, renuncien a ella y contribuyan a crear ambientes permisivos para expresar los sentimientos. Finalmente, exploren, con toda libertad los avances científicos, la filosofía y el arte”. 

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