Búsqueda continua de sus virtudes

El hombre puede tener control sobre su destino

Búsqueda continua de sus virtudes
El hombre puede tener control sobre su destino

Pensar el arte de vivir en filosofía es volver a pensar la filosofía de los maestros de la antigüedad en Grecia. La filosofía antigua concibe que el ser humano puede tener control sobre su destino, es decir, no significa que se piensa al ser humano como un sujeto sometido al azar y a la contingencia y que sólo es un simple efecto de causas externas.

Si se piensa en el ser humano como capaz de afrontar su destino, capaz de manejar su circunstancia, es porque se concibe que es un individuo con conciencia, que puede armonizar las fuerzas internas que existen en él, puede reflexionar, ser prudente y es capaz de cuidarse con hábitos que lo lleven a la maestría de sí, entonces, establece coherencia entre la teoría y la práctica, y coherencia entre lo que piensa y lo que hace.

El ser humano puede buscar hacerse sabio, en una búsqueda continua de sus virtudes, en hacerse un ser verdadero, que se vigila para saber lo que piensa, lo que hace, lo que siente, que cuida su cuerpo y que en silencio contempla el cosmos, para tener respuestas de cómo actuar, y de esta manera puede llegar a tener una buena vida.

Desde esta visión antigua, dice el filósofo francés Luc Ferry, en su libro On Love: A Philosophy for the Twenty-First Century (2012), se pueden observar cambios concretos en la vida de cada individuo, porque la filosofía consiste en la aplicación de una estética de la existencia, que lleva al individuo a vivir más consciente, buscando su voz interior para ser más profundo.

La filosofía antigua consiste en una reflexión de la vida cotidiana, de los estados anímicos; es también una filosofía existencial, por decirlo así, porque se aplica a la existencia concreta, entonces si es sabio porque el individuo se conoce, se verán cambios profundos en sus comportamientos, en sus modos de ser y estilos de vida.

Porque la sabiduría se anida en su interior, es producto de un autoalumbramiento, como lo veía Sócrates, que surge del individuo, los cambios proceden de sí mismo, nadie lo obliga desde el exterior a realizar ningún cambio en sus hábitos o modos de ser.

El valor más importante para la estética de la existencia, Luc Ferry lo ve en el amor, porque el amor es la capacidad humana de renacer constantemente, de vivificar los estados de ánimo.

El amor me hace conocerme, me lleva a cuidarme y cuidar del otro, y entonces florecemos, por lo cual, se convierte en una nueva forma de ver la vida, pues se descubre el fondo, por el cual actúan los seres humanos, en su fuerza más dinámica, que es la esencia del amor en su alma, que lo conduce por el camino de la poiesis que le lleva a amar lo que hace, a amar a los otros, es la fuerza poderosa del ser humano; para Ferry, la potencia se encuentra en el significado de la buena vida o se puede llamar también arte de vivir a través de Eros.

El amor es el principio vital que nos hace florecer. Para Ferry, se puede dar una nueva definición a la filosofía, que ha olvidado la importancia del daimon, que es el fuego interno, por el cual se adquiere sabiduría, que es una forma práctica de vivir bien. Se conoce como “espiritualidad secular” (Ferry, 2013). Para ser sabio, se requiere un diálogo interior, consultar al corazón, guiarse por experiencia y por intuición.

Ferry sostiene la idea de que la sabiduría que es filosofía vital, no se concebirá atendiendo sólo a la parte teórica, sino que el conocimiento de la sapiencia nos lleva a vivir la teoría. Pues la sabiduría es un asunto sobre todo de experiencia, de práctica y de consultar a la voz interior, escuchando al alma alada como la vio Platón.

Porque basándose en la filosofía antigua, en esa escuela, se atiende más a la salvación del alma, como la entendía Epicuro, pues se practica la filosofía como medicina del alma (Ferry, 2019). Y esta medicina, no debe proceder del Otro. Viene de un cuidado de sí, que empieza con el autoconocimiento.

Por eso no es sólo teoría, entendida como un asunto académico, ya que vuelve al significado original de teoría que es contemplación. Y entonces se descubre la armonía, para aplicarla al sujeto mismo, cuando se concilia, belleza, sabiduría y se relaciona con lo físico, es decir como los estoicos buscan el orden en el propio ser, cuando se cuida el cuerpo, teniendo una buena digestión, se cuida el corazón, y entonces, se vive bien, es una práctica de sí mismo.

A la vez, hablar de armonía es referirse a un aspecto estético, que tendría que ver con la belleza, la contemplación de la naturaleza, de las flores, plantas, y entonces se trata de encontrar la belleza interna, pues la contemplación ofrece un estado de remanso muy profundo y así, se logra el estado armonioso del cuerpo que implica un amor a sí mismo.

Ferry afirma que, para hablar de buena vida, hay que sustentarla en una vida enamorada, cuando se ama la vida, y también significa cuando has sido amado, pues al ser amado, el individuo adquiere otras dimensiones, ya que se ensancha su percepción, conoce más a fondo las cosas y descubre su propia esencia, se transfigura la vida cada día y la dota de significado (Ferry, 2013).

Concebir así el amor, en la transfiguración, en el cuidado minucioso de uno mismo, en la contemplación de la belleza, para vivir de acuerdo con esa belleza y entonces florecer.

Lamentablemente, este sentido de filosofía no es bastante reconocido académicamente, pero con ello se desconoce la parte más sublime y más profunda del ser humano, que precisamente es lo que lo podría conducir a pensar formas de vida sanas, dichosas, alegres, sabias, prudentes.

Es muy importante reflexionar para vivir bien, para elegir un alimento saludable, para conocerse, para tener valores morales, elegidos por cada individualidad. Y Sócrates pensaba que, si cada uno se cuida, así se cuida la ciudad. 

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