Los estereotipos no me afectan: Susana Bautista

El CCH cambió su destino

Los estereotipos no me afectan: Susana Bautista

El CCH cambió su destino
Los estereotipos no me afectan: Susana Bautista

De origen mazahua, Susana Bautista Cruz es una de las muchas mujeres de extracción humilde a las que la educación ha salvado de un aparente destino sellado. En su caso, asegura, haber ingresado al plantel Azcapotzalco del CCH, el cual prácticamente le cambió la vida, pues no se imagina otra forma de haber tenido la preparación con la que hoy cuenta.

Abogada, escritora, promotora cultural, docente y tallerista, Susana supo desde joven que la educación abre puertas y siguió los pasos de su hermano mayor, primero en el Colegio, y luego en la Facultad de Derecho. Hoy sabe que, de no haber sido por la educación pública que le brindó la UNAM y las herramientas que le dio el CCH, quizá se habría quedado en su pueblo, en San Felipe del Progreso, Estado de México.

“Gracias al Colegio aprendí de la conciencia de clase, conocí maestros buenísimos, que siempre me motivaron, y llegué a lecturas bien interesantes, que me formaron y alentaron mi sed de conocimiento”, sostiene la profesora del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Inrterculturalidad (PUIC), quien recuerda esa época como la de la natural rebeldía de juventud, pero también una de las más plenas de su formación.

Allí, sostiene, adquirió el hábito de la lectura; su gusto por las bibliotecas, los idiomas y, en general, aprendió a avivar su interés por los estudios; por ejemplo, recuerda, algo muy importante en su formación fueron las opciones técnicas, de las que cursó: Administración, Crédito y cobranzas y Lenguaje Cobol.

Por eso no fue raro que además de estudiar Derecho, también se graduara en una carrera de Letras en la Facultad de Filosofía. De esa época recuerda excelentes maestros, aunque una marcada diferencia en el trato entre una facultad y otra. En Derecho chocaba con la imagen de los trajeados, dice.

Discriminación, segregación racial y estereotipos fueron cosas a las que se afrontó entonces, pero a las que se sigue enfrentando actualmente, porque, aunque haya cada vez más discursos por la igualdad de las mujeres y contra los clichés, eso no se refleja en el día a día. Desafortunadamente, comenta, “así es la sociedad y no la vas a educar a toda”.

“No es que te acostumbres, pero no me enoja, simplemente trato, desde el ámbito académico, de sensibilizar a los jóvenes respecto al trato que les damos a los demás”, dice al recordar que todavía hoy, siendo catedrática, se enfrenta con gente que sigue al pie de la letra la frase de “como te ven te tratan”.

Hace poco, relata, subió a un taxi y como llevaba sus libros en una bolsa de mandado -que usa por ser más resistente- el chofer le preguntó que qué vendía y si no traía unos chicles, causó sorpresa y un poco de bochorno al conductor cuando le aclaró que no era vendedora, sino maestra universitaria.

Orgullosa de sus raíces, Susana gusta de vestir ropa que luce los textiles de diferentes culturas del país, y eso también ha sido motivo de incomodidad para personas en determinados contextos; sin embargo, asegura, todo eso queda en segundo término cuando de la Universidad se trata, porque es una institución que le ha dado todo.

Actualmente, Susana trabaja para la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, da clases en diversos planteles y conduce las visitas guiadas denominadas “Date el rol. Conoce tu Universidad”, que están cumpliendo una década y le motivan porque le permiten presumir la UNAM a propios y extraños.

Escribe poesía y frecuentemente es invitada a foros para hablar de literatura de manufactura indígena, de su experiencia como mujer indígena, como escritora en lengua mazahua y de multiculturalidad, entre otros temas que domina gracias a la formación que recibió desde el CCH, donde aprendió de su identidad indígena y universitaria.

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