Para lograr la igualdad de género, el papel del hombre es fundamental, particularmente sí cuestiona el orden de género impuesto. Se trata de tener una posición solidaria y empática que lleve a la transformación a través de una agenda permanente, no sólo el 8 de marzo; es decir, dejar atrás la indiferencia, ser apático o saboteador.
Así lo consideró Rubén Hernández, de la Coordinación de Igualdad de Género de la Universidad, en la conferencia “Hombres y disidencias sexuales en 8M”, durante la Segunda Jornada sobre Igualdad de Género en el CCH, dirigida a la comunidad del plantel Azcapotzalco.
Para llevar a cabo esta transformación, señaló el especialista, es importante seguir aprendiendo lo que implica la igualdad: “Ser solidarios, es decir, respetar las formas de lucha de las mujeres y los espacios que han creado para organizarse y manifestarse; crear y participar en espacios de reflexión; cuestionar el lugar que ocupan los hombres, lo que significa considerar de qué manera se podría tener un papel más activo para impulsar la igualdad, cuestionar violencias, complicidades, omisiones y no minimizar el daño que causan las conductas machistas”.
Lidia Guzmán, coordinadora de la Segunda Jornada, sostuvo que el objetivo de las actividades es ofrecer a los estudiantes, profesores y trabajadores del Colegio “saberes, herramientas y habilidades para que obtengan sus propias respuestas y ser partícipes del cambio urgente que se requiere para la igualdad de género en ambientes universitarios y sociales”.
En su intervención, Hassibi Romero llamó a generar espacios igualitarios, aclarar dudas e identificarse como agentes de cambio.
El orden de género explicó Hernández, es el “sistema simbólico de la sexualidad que funciona como ordenador de las relaciones sociales y de la distribución del poder en la sociedad a partir de la estructura binaria: masculino-femenino. Se encuentra en todos los ámbitos, y ha llevado a desigualdades de género por siglos. Romper con él es el llamado hoy”.
Frente a ello se puede desobedecer: “Así, se tiene igualmente, hombres biológicos, pero frente a la hipermasculinidad se demuestran tiernos, muestran amor a otros hombres, no tienen miedo a la homosexualidad, detienen a otros hombres violentos, cuestionan sus privilegios y son antimachistas”.
Y concluyó: “No es suficiente con no ser machista, hay que ser antimachista, pensar en lo grave que es mantener silencio, en ser cómplices de la desigualdad y en la pérdida de las propias comodidades cuando se busca un cambio. Se puede pasar de machos a hombres”.