Roberto Ángel Chávez

Crónicas Cecehacheras

Más que ciencia o matemáticas, el Colegio te enseña a vivir

Crónicas Cecehacheras
Más que ciencia o matemáticas, el Colegio te enseña a vivir

Bien dicen que el bachillerato es una de las mejores etapas de la vida, más si lo haces en el Colegio de Ciencias y Humanidades y aprendes dentro de sus estándares, es por eso que el CCH siempre estará en mí, dentro del hombre en el que me convertí a partir del niño que entró.

El primer semestre fue tranquilo, aunque, como aquellos niños que por primera vez gozan de libertad, te descarrías un poco; entré en contacto con el alcohol y el tabaco, y me enfrenté a situaciones nuevas, como los riesgos de movernos en esta ciudad. Sin embargo, no puedo negar que desde que entré al plantel la escuela ha mejorado, tanto en su interior como en su exterior.

Mi primer año fue el 2017, el año del temblor, clavado en la memoria de todos por los movimientos telúricos del 19 de septiembre. Recuerdo la movilidad que se dio dentro del plantel para la colecta de víveres y la solidaridad de todos los mexicanos.

En lo académico nunca fui bueno. Llegué a deber hasta 20 materias, sin embargo, logré participar en algunos espacios académicos, como los cursos de escritura del profesor Keshava, quien me orientó para empezar a publicar un par de artículos en las revistas del CCH. Ya en mi cuarto año, gracias a todo lo que aprendí en el Colegio fuera de sus aulas, gané el segundo lugar en Historia, en la Olimpiada Intracecehachera.

Hice amigos que me acompañarán el resto de mi vida. Hice tantas cosas… En un intento de toma me descalabraron, fueron siete puntos, un golpe de la vida que me llamó a crecer. Fue lo último que viví en el plantel, porque justo un par de semanas después vino la pandemia. Me sentí morir en sexto semestre y en mi cuarto año, porque quería vivirlo en CCH y no en casa, pero creo que necesitaba ese empujón, porque lo más difícil no es entrar, sino salir, pues de manera inconsciente no quieres hacerlo.

La UNAM premió mi esfuerzo el 5 de diciembre de 2019 con el Reconocimiento a la Convivencia Universitaria, por mis trabajos en el protocolo de seguridad para los alumnos, las dos ferias de seguridad, mi participación en los anfitriones y por haber apoyado en un par de casas hogar para niños víctimas de violencia.

Gracias a todo lo que mi escuela me dio, sé que seré un buen hombre, porque más que ciencias, Estadística o Cálculo, el Colegio te enseña a vivir, y siento que es una escuela que necesita replicar su modelo y abrir en otras partes más planteles, porque el país necesita gente que sepa vivir, sobre todo, con humanismo. 

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