De cara a la ausencia de los cuerpos en la proximidad, que ha traído la pandemia en los escenarios culturales, el Festival Poesía en Voz Alta, con 60 años de tradición, da un giro y se presenta de manera digital en su edición 2020, pero desde una perspectiva pensada “para tener la experiencia en las pantallas, y no sólo trasladar la realidad de manera inmediata”.
Así lo ha expresado el coordinador de Difusión Cultural UNAM, Jorge Volpi, durante el acto inaugural del festival, que durante tres días realizó actividades en las distintas plataformas digitales.
Las actividades culturales en todo el mundo y en México tuvieron que cancelarse. Al inicio de la pandemia hubo un esfuerzo loable, pero desesperado de trasladarlo todo al mundo virtual, y de pronto se volvió una urgencia hacerlo de manera inmediata para tratar de mantener dos cosas esenciales: la cultura viva, pensada como un bien esencial, y en segundo lugar las instituciones culturales por crear un nuevo ecosistema digital sano que permitiera a los artistas, creadores y agentes culturales mantenerse en este periodo de confinamiento, expuso.
En este sentido, explicó, la Universidad a través de la Cátedra Inés Amor, que dirige Graciela de la Torre, llevó a cabo un estudio de opinión para tratar de entender la magnitud de esta afectación entre los agentes culturales y se descubrió que era enormemente grave, por lo que se evaluó y se “prepararon propuestas para tratar de salir de terapia intensiva”.
Estas reflexiones, precisó, llevaron a tratar de comprender, en esta segunda etapa de la pandemia, qué es lo que realmente tiene que volverse virtual, “Cinthya García Leyva y muchos otros en la coordinación han reflexionado hondamente en esta situación, sobre lo que significa tenernos tanto tiempo frente a estas pantallas y, a veces, sin evaluar adecuadamente cómo estamos haciendo que estas plataformas se enriquezcan a costa de nuestro datos o haciendo que éstas se vuelvan el único espacio cultural y público siendo que son espacios privados”.
En general, cuál es la acción que tenemos que hacer para evaluar lo que significa este mundo plano de pantallas en las que estamos sometidos todo el día, cómo nos transforma, cómo nos conmueve, pero también cómo nos esclaviza, apuntó.
Con toda esta reflexión, que puso en contexto el festival, refirió que esta edición “ha intentado dar ese salto para entender mucho mejor lo que debe hacerse virtualmente, ha habido una especial atención a la digitalidad de los performances para tener la experiencia en las pantallas”.
En general, precisó, es “un festival directamente planeado para ser disfrutado, visto y escuchado, más allá de las dificultades de la brecha digital, de los problemas de conectividad y la desigualdad que significa para nuestro mundo esta transformación”.
En este sentido, Macarena Hernández, curadora invitada, explicó que se buscó recuperar la historia del festival. “Desde el primer momento, el movimiento estaba vinculado con el teatro y nos interesó recuperar ese instante histórico para hacer este puente entre el cuerpo y el público, que es también como un medio de resistencia al momento actual, porque no hay el encuentro físico, pero tenemos el interés en apelar y seguir afectando, en seguir haciendo vibrar los contenidos a partir de la experiencia”.
Para ello, fue importante seleccionar piezas o artistas que no sólo tuvieran este perfil del cuerpo, del teatro y del performance, sino piezas que tuvieran temáticas actuales.
Finalmente, Cinthya García Leyva, directora de Casa del Lago, destacó que se tuvieron retos no sólo materiales o conceptuales, sino también performáticos. Todas las disciplinas en torno a la música, a la sonoridad a la performatividad están teniendo muchos cuestionamientos, quiebres, transformaciones, y son estos los que están más ligados a la escena sonora experimental con los actos de Poesía en voz alta, “que antes que nada son vibración, gesto y cuerpo, y es esto lo que queremos mostrar y discutir”.
