Maestra cecehachera

Su compromiso con la docencia radica en la formación de jóvenes conscientes de su entorno

Su compromiso con la docencia radica en la formación de jóvenes conscientes de su entorno

La profesora Flora Huerta Gómez se integró al cuerpo docente del plantel en el año 1973, el primero en el que se impartieron las materias de quinto semestre. Antes de ejercer la docencia, trabajaba en la oficina de prensa de la Secretaría de Educación, donde un amigo le presentó la convocatoria que le resultó atractiva como una forma de actualizar su propio conocimiento; así fue como ella tomó el reto con el que iniciarían sus 39 años como profesora de Taller de Comunicación y TLRIID en Vallejo. 

La docente recuerda que fueron varios los compañeros de facultad que entraron al concurso que describe como “un maratón de tres meses”, de este modo encontraron una ventaja para los que se convertirían en profesores de Comunicación del Colegio, “desde el concurso hicimos trabajo Colegiado”, ya que, pese a que había algunos lineamientos en la Gaceta Amarilla, las posibilidades eran amplias, “había todo por hacer”, comenta. 

Siendo una mujer con fuertes inquietudes políticas, desde el inicio estuvo consciente de la responsabilidad de estar frente a un grupo, “eran muchachos más grandes y más exigentes, había que estar a la altura y cumplir lo más decorosamente posible”, agrega la profesora, cuyas inquietudes políticas de cambio fueron un motor importante en la construcción de un método adecuado para formar jóvenes conscientes de su entorno. 

Gracias a que en su formación profesional tuvo como profesores a periodistas hechos en la práctica, aprendió un principio que marcó la forma de su docencia, “aprenderás haciéndolo”. Y ella asegura: “hacíamos actividades extra-clase […] de la práctica nos íbamos a los conceptos, y esto era más enriquecedor, porque lo que aprendían tenía una finalidad”. 

Con la firme creencia en la formación que brinda el Colegio, la profesora Huerta rescata el esfuerzo por generar dinámicas de clase en las que tanto el profesor como los alumnos tuvieran ganas de ir al salón.  

 

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