En el estado actual del cine mexicano es bien sabido que muchas veces hay grandes películas por verse, y que documentales y ficciones de gran calidad abundan dentro de las producciones.
Sin embargo, parte de la problemática de la (fallida) industria es la falta de distribución/publicidad que no alcanza a llamar la atención de las masas.
Por lo mismo, muchas veces se ha encasillado el cine mexicano como “las comedias incompetentes”, pues son las únicas que llegan a un público amplio, mientras que otras no tienen números decentes en taquilla ni en salas de cine.
Si bien parece que este problema está dando un giro en los últimos años, aún daña la visión actual del cine mexicano.
Bajo esta perspectiva llega Señora influencer, que fue presentada con su campaña de marketing como una comedia al puro estilo de las famosas cintas (adaptadas de películas originales de la India) de Omar Chaparro.
No obstante, fue sorprendente y fresco descubrir un drama psicológico protagonizado por un personaje relegado por la sociedad y atormentado psiquiátricamente, que de golpe se convierte en una influencer.
Para Fátima (Mónica Huarte) la fama llega de repente y se convierte en una figura nueva dentro de un mundo que apenas y conoce. Ella siempre ha sido aislada del mundo y entre esas cosas, de las mismas redes sociales, por lo que apenas y entiende los conceptos de qué es un influencer.
Es importante remarcar dos variantes de la psique de Fátima. Por un lado, los factores de su microcosmos y del macrocosmos; dentro de los primeros está todo el daño que sufre el personaje principal a través de su padre, madre, trabajo, etcétera. Por el otro, están los factores de las redes sociales, fanáticos, haters, la sociedad a gran escala.
Bajo esta premisa, Fátima es una constante víctima que se convierte en victimaria. La constante omisión de su círculo cercano sobre sus problemas mentales es la misma que termina relegándola y llevándola a su punto más bajo como personaje, hasta convertirse en una asesina.
La historia de Fátima es un grito para cuidar y priorizar la salud mental, pase lo que pase.
Si bien su historia es ficticia, en algún momento podrá ser la realidad de alguna persona, porque la fama no siempre es sinónimo de éxito o aprobación, también puede llegar por burla o por denigración.
A pesar de su título soso, Señora influencer es una experiencia sorpresiva que ataca con fuerza ante un público desprevenido. Su ejecución es satisfactoria, tanto por los planteamientos narrativos como visuales.
Su única queja mayúscula es el final, que si bien ayuda a construir al personaje de Fátima, le resta contundencia al mensaje que esperaba ser transmitido. Dudas y sugerencias a: luis@cchfilmfest.com