En un tiempo inexacto, en un lugar desconocido, se observa una playa y la fauna que la habita a través de un lente “ojo de pez”; poco a poco la cámara se aleja y descubrimos que todo se reflejaba a través de un robot varado en la nada.
Roz, una robot avanzada diseñada para cumplir con las labores de los seres humanos, despierta con la incesante necesidad de encontrar la tarea para la que fue adquirida y así cumplirla.
Ella entiende que está en un lugar sin humanos, sin embargo, se encuentra con una tarea que asume antes de partir a la fábrica de nuevo: la de criar y ayudar a un pato recién nacido, Brillo.
Robot salvaje es una película infantil y en ningún momento tiene pretensiones más allá de ser una historia cálida, sin embargo, como pasa en la mayoría de cintas infantiles, los adultos (en especial los padres y madres) pueden encontrar una reflexión importante sobre la maternidad/paternidad y el significado de la vida.
Roz es un personaje que adquiere la responsabilidad de criar a un bebé no planeado y cuando se lee la historia de esta manera, su desarrollo es muy rico.
Poco a poco se convierte en un personaje acomedido con su responsabilidad y empeñado en darle lo mejor a Brillo; sin embargo, Roz también se cuestiona a sí misma y su origen, no vive sólo para ayudar a Brillo, comienza a vivir también para sí misma y a experimentar algo nuevo para un robot: los sentimientos.
Esto es solo un inicio de todo lo que se desarrolla; además, combina con un estilo de animación cada vez más pulido y que logra un efecto único en cada escena, en especial, las emotivas.
La parte donde Brillo emprende vuelo para migrar mientras Roz va detrás de él hasta perderlo en el horizonte, es probablemente una de las más bellas escenas de animación que he visto desde hace años, y junto con la emotiva reflexión de “dejar el nido”, llega a un punto muy sensible en los espectadores.
Por otro lado, otro discurso importante habla sobre la naturaleza contra la industrialización, se dan indicios constantes de que los seres humanos terminaron con su propio mundo.
A la par, se muestra cómo los animales pueden afrontar cualquier cosa trabajando en conjunto, con el discurso de que la naturaleza es más sabia y eficiente.
El viaje de Roz tiene dos capas importantes de reflexión; la primera, sobre la naturaleza, la sociedad y nuestra labor para “sobrevivir”. La segunda es sobre la maternidad/paternidad, reflexiona su llegada y plantea una pregunta profunda: “Soy una madre/padre, ¿pero después quién soy?”.
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El Dato
La película está basada en el libro homónimo de Peter Brown, aunque difiere mucho la historia del libro a la de la película.