¿Qué son las humanidades?

Son necesarias para transformar el alma

El término debe analizarse, pues se ha intentado enseñar como si fuera ciencia exacta

Son necesarias para transformar el alma
El término debe analizarse, pues se ha intentado enseñar como si fuera ciencia exacta

“Humanidades” es un término que considero se tiene que analizar en el CCH, pues no ha sido ampliamente entendido en su integridad; quizá sólo en su origen se dio cabida al significado de democracia.

En la actualidad, el concepto tiene que ser comprendido en sus múltiples variantes y como un florecimiento de las artes, la cultura, la filosofía de vida, entre otras; y su comprensión de lo espiritual.

Por humanidades puede concebirse un pensamiento que dignifique la condición humana, es decir, el concepto se enfoque en un aspecto que posibilite la contribución de la educación para hacer florecer al ser humano.

Por florecimiento, desde los maestros de la antigüedad en Grecia, se entiende cuando una persona es feliz. Feliz quiere decir, desde Aristóteles, una actitud del alma, y esa actitud se da cuando el ser humano está en paz, en estado de serenidad para afrontar las dificultades.

La felicidad es una actitud, no se concibe como tener muchos placeres; si bien el placer puede acompañar a la felicidad, no son sinónimos. La felicidad es cuando el individuo cuida de sí para alcanzar las virtudes de la templanza, de la amistad, de la valentía, la sinceridad, el amor, la verdad.

Las humanidades son algo que está en construcción continua y, si bien no se tenía una amplia concepción del término en los inicios del Colegio, hoy tenemos mayores elementos e interpretaciones para abarcar una concepción plural.

Uno de los problemas que pueden existir en la interpretación de humanidades es que los temas trabajados desde la antropología, la poesía, la ética, la literatura, la psicología y otras disciplinas, tratan de imitar el modelo lógico matemático, pero, como dice Edgar Morin, esto puede conducir a una concepción unidimensional de la vida.

Muchas de las asignaturas de humanidades quieren constituirse en ciencias exactas, por ejemplo, la psicología o la pedagogía.

El problema no es que las disciplinas en humanidades no alcancen a ser ciencias exactas. El problema es que no se adapte el saber de la conciencia o el saber de lo propiamente humano a lo específico de la psique. Las humanidades tienen una cognición de otro nivel, se forman desde otros aspectos como la intuición o la conciencia.

Hablar de humano es atender lo que significa la conciencia o lo que constituye al ser humano, que posee no sólo una parte física y material. Por ser humano debería ampliarse el panorama de su visión y comprender la conciencia cósmica; el filósofo Harpur señala que al comprender la íntima conexión con el cosmos, comprenderemos el aspecto del alma humana.

La parte cósmica de la conciencia es entender que todo en el universo está compuesto de átomos y el ser humano también. Se puede decir que los átomos de una estrella son parte también de los átomos de nuestro cerebro: somos cosmos y entonces nos conectamos con una flor, con la luna y con la tierra, pero en la escuela estos aspectos se trabajan poco o no se utilizan en la concepción del saber de lo humano.

Muchos de los problemas en educación de las humanidades es que se cree que sólo debemos usar la racionalidad y se olvidan otras potencias humanas, como la imaginación, la sensibilidad, la intuición, la experiencia y saberes de la pasión y de la inspiración, los sueños y, por supuesto, el amor.

Si pensamos en una de las facultades humanas, más allá de poner la racionalidad como la suprema cualidad humana, aparece la capacidad de imaginar, como dice P. Harpur: “un fuego que transmuta la materia y transforma la psique”.

Puede entenderse como humanidades la capacidad que posee la poesía de transformar nuestra alma, pero sería preciso que el profesor de lectura no pusiera tanto énfasis en las fórmulas del lenguaje y de la gramática.

Construir las humanidades desde esta esfera consiste en proporcionar un ambiente de poesía dentro del aula, que significa hacer nacer los sentimientos más románticos de los estudiantes que se emocionan por las bellas palabras de un hermoso poema.

También, mucho del problema de las humanidades es que si se apela a la razón excesiva como se utiliza en las ciencias duras, se puede convertir, señala Harpur, en una ideología que niega y “demoniza cuanto considera que es ambiguo, irracional o incluso ambiguo”. Se rechazan los sueños y se desconoce el poder íntimo del alma, y se niega el daimon del que habla Sócrates.

Es necesario construir las humanidades desde otra visión, más allá de la racionalidad extrema; utilizar el propio sistema cognitivo que emplea la pasión espiritualizada, los sueños, la intuición, los sentimientos y no creer que son aptitudes irracionales que no tienen cabida en el conocimiento del ser humano.

Es necesario aceptar otras fuentes de saber, más íntimas, más profundas y saber que de ahí procede la creatividad y la comprensión.

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