José Emilio Pacheco

Diez años sin José Emilio Pacheco

El escritor, narrador y periodista mexicano ejercitó todos los géneros literarios posibles

Diez años sin José Emilio Pacheco
El escritor, narrador y periodista mexicano ejercitó todos los géneros literarios posibles

Mi recuerdo más entrañable con José Emilio Pacheco (1939-2014) se recrea en una fila de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, hace más de quince años. Mientras esperaba al escritor para que me firmara uno de sus libros, no sólo yo, sino varios más, él se había dedicado, de manera muy entusiasta, a corregir los poemas de una chica que había llevado sus textos: José Emilio no tuvo reparo en tomar tiempo para hacer observaciones y comentar con la joven sus poemas. Cuando fue mi turno, me firmó el libro e intercambiamos algunas palabras sobre el ejercicio poético. Sin duda, lamenté no tener la osadía para llevar mis páginas y pedirle aprobación.

Siempre he considerado que la obra de Pacheco es una de las que se deben declarar como parte de los programas de estudios de cualquier grado educativo, pues son formativas. No sólo su poderosa novela Las batallas en el desierto (motivo de películas y canciones populares), sino que también el gran libro de cuentos El principio del placer y el bellísimo libro de poesía No me preguntes cómo pasa el tiempo

El poeta, narrador y periodista, siempre tuvo una gran cualidad como autor: hacer creer el lector que escribir era sencillo, pues la literatura de Pacheco se tejió y destejió de la cotidianidad, con un lenguaje oral, conversacional, cotidiano, y que era capaz de alcanzar profundidad y sentido, era estilísticamente limpio, breve, amable.

Y esa aparente facilidad permeó por todos los géneros que ejercitó el autor, pues si hay un escritor mexicano que se ha involucrado (con éxito) en diversos géneros ése es José Emilio: la poesía, la novela, el cuento, el periodismo, la dramaturgia, la literatura infantil, el guión cinematográfico, el ensayo, la traducción. 

Junto con Carlos Monsiváis y Sergio Pitol fueron una terna de jóvenes que abrevó tanto de los maestros mexicano, como Juan José Arreola, Alfonso Reyes, Salvador o José Gorostiza, así como de los jóvenes de la onda, como José Agustín o Parménides García Saldaña. Lo que ocurrió con esta terna  es que muy pronto se convirtieron en referente de la cultura literaria, pues en los tres existía un cosmopolitismo, la incorporación de una tradición muy particular, como la de Europa media, el cómic, la nueva novela francesa y la crítica londinense.

José Emilio se convirtió, a muy temprana edad mía, junto con Carlos Fuentes, en un autor muy visitado; leí esa estupenda novela que es Morirás lejos y el Reposo del fuego, acaso uno de los poemas largos más representativos y exactos de mediados del siglo XX en México.

Además, pronto descubrí dos rostros más del él: el articulista, desde su eterna columna en Proceso, y como traductor, con Los cuatro cuartetos, de T. S. Eliot, y los bellos poemas amorosos de Pierre de Ronsard que tradujo al español, y de alguna manera reescribió, profano y estudió.

Ganador de infinidad de premios que son, de alguna manera, una muestra de su grandeza, como Premio Cervantes, Premio Xavier Villaurrutia, Premio Reina Sofía, José Emilio Pacheco tendrá siempre un espacio dentro de mi biblioteca personal, y sería importante que los alumnos que desean escribir se acerquen a su literatura para contagiarse de la estética y hondura de su obra.

A diez años de su muerte, siempre habría que regresar a él.

 

Presencia

¿Qué va a quedar de mí cuando me muera 

sino esta llave ilesa de agonía,

estas pocas palabras con que el día,

dejó cenizas de su sombra fiera?

¿Qué va a quedar de mí cuando me hiera

esa daga final? Acaso mía

será la noche fúnebre y vacía

que vuelva a ser de pronto primavera.

No quedará el trabajo, ni la pena

de creer y de amar. El tiempo abierto,

semejante a los mares y al desierto,

ha de borrar de la confusa arena 

todo lo que me salva o encadena.

Más si alguien vive yo estaré despierto.

Compartir: