Del Colegio a la conquista del Universo

Del Colegio a la conquista del Universo

Sí es un camino difícil, pero vale la pena, dicen a las a las estudiantes

Del Colegio a la conquista del Universo
Sí es un camino difícil, pero vale la pena, dicen a las a las estudiantes

Egresada del plantel Azcapotzalco del CCH, la doctora María Guadalupe Cordero Tercero es un ejemplo de que la ciencia también es para mujeres y aunque no acabó conquistando el océano como alguna vez soñó, ha dedicado su vida a los astros y desde hace unos años trabaja en la primera Red Mexicana de Meteoros, donde es líder de proyecto.

Al paso del tiempo, le queda claro que, aunque cada vez es más difícil encontrar una posición en la investigación, con esfuerzo y dedicación esta carrera no es una misión imposible.

En ocasión del 11F, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, la especialista en Geofísica planetaria habló de cómo ha sido ser mujer en la ciencia y animó a las cecehacheras para que, pese a que en este sector haya “cuestiones del sistema estresantes y decepcionantes, si esa es nuestra pasión, podemos hacer ciencia”.

Porque “estudiar y hacer ciencia es vivir en constante asombro, es retarse a una misma, es jugar a ser como Sherlock Holmes, es construir comunidades de personas interesadas en temas diversos que confluyen y construyen. Así que ¿vale la pena o no? Yo pienso que sí”, comentó la doctora, adscrita a la sección de Riesgos Espaciales del Instituto de Geofísica de la UNAM.

Por eso, señaló, en esta fecha tan significativa para todas aquellas mujeres que han ayudado a disminuir la brecha de género en sus respectivos ámbitos de acción, les diría a todas las mujeres que cerraran los ojos y se imaginaran a sí mismas en 10 años, y eligieran la opción que más les permitiera desarrollarse como seres humanos y retarse a sí mismas.

La Universidad, sostuvo, “no sólo se trata de adquirir conocimientos, también es aprender de resiliencia, comunicación y solidaridad; de afrontar y resolver problemas, y todas estas herramientas les serán útiles durante la vida laboral y personal.

 

El CCH, cuna de su pasión

Cordero recordó que cuando entró al CCH quería estudiar Oceanografía porque en sus clases de Geografía y Biología de la secundaria había quedado impactada con la belleza del ecosistema marino y le gustaban los documentales de Jacques Cousteau.

Fue su maestra de Física y Química del primer año, de nombre Guillermina, quien les enseñó sobre magnitudes físicas jugando a encontrar formas de medir; les platicaba sobre la Luna y algunos relatos de Isaac Asimov sobre cuestiones espaciales, y escuchándola se interesó en estudiar Física. “Años después, estando ya en la Facultad de Ciencias, me enteré que siendo física podía ser oceanógrafa, pero para entonces los cuerpos del sistema solar ya me habían enamorado”, recordó.

 

Fascinada por el espacio

Desde luego, expuso, tanto en el CCH como en la Facultad y en el Posgrado, “me topé con algunos compañeros con ideas machistas, pero afortunadamente la mayoría de mis compañeros varones eran bastante agradables, razón por la cual siempre me sentí cómoda durante la realización de mis estudios”.

De hecho, su especialidad no tuvo que ver con quedarse en un espacio que fuera cómodo, sino que respondió completamente a sus intereses personales. “Quería, y quiero, entender los cuerpos planetarios y los fenómenos relacionados con ellos. Crecí viendo series y películas como Star Trek y Star Wars, me fascinaba el espacio, las estrellas y los planetas, pero no fue sino hasta mis años en el CCH que vi la opción de estudiarlos”.

Fue cuando entró al programa de doctorado en Ciencias de la Tierra que se dio cuenta de que era hora de empezar a pensar en las cuestiones laborales. “El camino no fue fácil y lo cierto es que cada vez es más difícil; pero todo lo que vale la pena es así”.

En el último año del CCH, cuando estábamos por elegir carrera, la pregunta común entre compañeros (as) era ¿qué carrera vas a elegir? Invariablemente, cuando escuchaban sobre mi elección: Física, me decían ‘te vas a morir de hambre’. “Déjenme decirles que, ciertamente, no me he muerto de hambre y sí he aprendido mucho, no sólo de Física o Geofísica, también de mis capacidades como ser humano”.

Compartir: