Adriana Valdés Soto

Con la camiseta bien puesta

Agradece a la UNAM por haberla formado y poder compartirlo

Con la camiseta bien puesta
Agradece a la UNAM por haberla formado y poder compartirlo

Adriana Valdés Soto es una de las docentes más comprometidas con la enseñanza del inglés en el plantel Naucalpan, donde inició su actividad docente el 16 de agosto de 1996 y desde entonces ha dejado huella.

Estudió la licenciatura en la Enseñanza del Idioma Inglés en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, al concluirla radicó un tiempo en Carolina del Norte, Estados Unidos, porque “uno no domina otro idioma totalmente, pero a mi regreso sabía lo suficiente para pasar el examen filtro y fui aceptada en Naucalpan”.

Luego de asegurar que desde el inicio le gustó el ambiente, pues vio una población entusiasta con ganas de aprender, consideró que un estudiante de escuela pública es más respetuoso y amable que aquél inscrito en una escuela privada; “es curioso y muestra mucho interés por aprender”, dijo.

En entrevista telefónica, Valdés Soto destacó que ha sido testigo de varios cambios generacionales, por ejemplo la huelga de 1999, en la que, junto con el maestro Pablo Sánchez, se reunía con los alumnos afuera del plantel para resolver sus dudas.

Cada generación va adquiriendo más habilidades en tecnología y los chicos se vuelven más inquietos. Algunos han ayudado mucho a los docentes con el manejo de las plataformas educativas, pero a otros, las tecnologías los han hecho flojos y dependientes del celular. “Al regreso todo cambiará, pero el estudiante seguirá siendo el mismo”, consideró.                 Para la maestra la modalidad híbrida será un nuevo reto, pues no se siente preparada para esa figura y sabe que le costará trabajo, pero confía en que sobre la marcha “volveremos a aprender de los alumnos y compañeros”.

Hoy, los alumnos presentan vistosos trabajos en línea y las nuevas generaciones de maestros ingresan al Colegio con más habilidades, lo cual exige una mayor capacitación para las generaciones anteriores, reconoció la maestra, quien siempre ha llevado bien puesta la camiseta de la UNAM y no se la piensa quitar.

De hecho, espera poder jubilarse de la primaria pública Etiopía, donde labora por las mañanas, pero seguirá de pie en el Colegio “mientras el cuerpo aguante”.

“Quiero agradecer a la UNAM por haberme formado y permitirme transmitir mis conocimientos. Mi paso por el CCH es una meta lograda”, aseguró.

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