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Una crítica a El Contador 2

La secuela no pedida ha tenido buena aceptación

Una crítica a El Contador 2
La secuela no pedida ha tenido buena aceptación

Ala lista de secuelas que nadie pidió se suma El Contador 2. Bajo la dirección de Gavin O’Connor, y la pluma de Bill Dubuque, la película retoma la historia de Christian Wolff, un contador que lava dinero para algunos de los criminales más peligrosos del mundo.

A pesar del consistente trayecto del primer filme por taquilla, éste experimentó una pobre recepción por parte de la crítica, así como poco impacto en su público, por lo que parecía destinada al injusto olvido. En respuesta, llega su segunda parte que, aunque no solicitada, es muy bien recibida.

Con un reparto sólido, encabezado por Ben Affleck, Jon Bernthal, Cynthia Addai-Robinson y J. K. Simmons (repitiendo sus respectivos roles), el estreno se levanta como uno de los más contundentes del año.

En un formato poco convencional del thriller, la acción y el suspenso quedan en segundo plano, opacados, con todo propósito, por personajes íntimamente humanos, reflejo de las relaciones individuales del sujeto común plasmadas en seres extraordinarios, más en sus defectos que en sus virtudes.

En una historia que nubla los límites de lo legal y lo ilegal, tanto como lo correcto e incorrecto, el relato demuestra que los confines de nuestra humanidad se encuentran en los lugares menos esperados.

Desde un notable cambio de tono, en comparación con su predecesora, la película se permite existir sin atarse a la misma. Evidentemente, la noción respecto a la evolución de sus personajes depende de un contacto previo con la primera. Sin embargo, su secuela no depende de ella, más allá de proveer el contexto necesario para su desarrollo.

Cabe mencionar que la dupla entre Affleck (Chris) y Bernthal (Braxton) es uno de los puntos más sólidos y divertidos que ofrece el filme, el cual utiliza la intriga de una red de trata de persona como medio para juntarlos y, posteriormente, explorar la relación entre un contador y asesino con síndrome de Savant, con su (a pesar de todo) leal hermano menor, un sicario de élite con problemas infantiles.

Tras incorporar un nuevo personaje, cuyo arco gira en torno al síndrome del sabio adquirido, el guionista bien hubiera podido irse por la fórmula del archienemigo como opuesto de nuestro protagonista. En su lugar, ofrece una historia sobre la familia, sanguínea o no, y el sentido que le da a nuestra vida tener con quien ponernos al día. 

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