Hace un año, aproximadamente, Álvaro Julián Tovar Ramírez compartía sus hallazgos con relación a la concentración de las partículas PM 2.5 que se registraron durante un año en una zona de la Ciudad de México. Dicha investigación, que presentó ante especialistas del Instituto de Ciencias de la Atmósfera, le mereció el primer lugar en su categoría, pero también significó el camino hacia su vocación: la licenciatura de Ciencias de la Tierra.
Álvaro Julián Tovar Ramírez, egresado del Colegio de Ciencias y Humanidades, plantel Oriente, es hoy parte de la comunidad de la Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra en Ciudad Universitaria (ENCiT).
En entrevista, el joven, compartió que parte de la decisión de estudiar esta licenciatura fue precisamente por la experiencia que vivió en el Programa de Estaciones Meteorológicas de la UNAM (PEMBU). Así como el participar en actividades como las jornadas de El estudiante orienta al estudiante o las pláticas que coordina Psicopedagogía.
Gracias al PEMBU, señaló, los estudiantes creamos proyectos que buscan solucionar las problemáticas por las que pasa esta ciudad en materia ambiental. Esta vivencia te acerca a la ciencia. Fue aquí donde me di cuenta que la física y la química eran las áreas que me gustaban, pero más allá del premio, lo más importante fue el hecho de aprender, porque cuando realizas lo que te gusta te das cuenta que todo esto es para ti.
Recordó que fue en ese momento, cuando le hablaron de la carrera de Ciencias de la Tierra. Esta especialidad, indicó, vino a cubrir un hueco que existía, aunque la física, la química o la biología tratan de explicar y dar soluciones a las problemáticas medioambientales por las que pasa el planeta, como tal no existía una carrera que se centrará en esto.
Creada en el 2018, esta licenciatura, dijo, tiene mucho que dar. Ante las problemáticas del calentamiento global es importante que los jóvenes las atiendan con una visión multidisciplinaria. Hay una demanda de expertos en el tema, por lo que el campo laboral es promisorio.
Resaltó que “desde los primeros días en la ENCiT te sorprenden. Recuerdo que nos mostraron fragmentos de meteoritos, atrás quedó verlo sólo en fotografía. Además, las prácticas de campo, hemos ido al Ajusco y Veracruz, te cambian la percepción de cómo ves el paisaje, y la tierra en general”.
Sobre la formación que recibió en el CCH, Álvaro destacó que aprendió a trabajar colectivamente y a relacionarse; estos dos aspectos son vitales en esta carrera, porque la ciencia no la hace una sola persona, se crea en conjunto. “Desde que entras al CCH te enseñan a trabajar en equipo y además los talleres y concursos te animan a centrarte en el método científico”.
“En el PEMBU me di cuenta que la física y la química eran las áreas que me gustaban”, dijo Álvaro Julián.