Los filósofos Deleuze y Guattari piensan que la filosofía es creadora de conceptos, pues inventa y realiza interpretaciones, ya que su origen es el asombro y también es contemplación, por lo cual, incluso hay una inspiración al inventar un concepto que viene de lo profundo del espíritu.
Por eso, para Deleuze y Guattari la filosofía no trabaja con conceptos acabados y estáticos; continuamente tiene que estar fluyendo, pues así emergen ideas cuando se contempla el mundo, el filósofo/a se asombra y se maravilla, entonces utiliza una idea novedosa.
Es un procedimiento como en el arte, que une el intelecto a los sentimientos, a la pasión, y por supuesto a la imaginación; se puede decir que la filosofía se vuelve vital, es decir, es concreta, habla desde el corazón, incluso como diría Nietzsche, a veces intervienen los impulsos para hablar un lenguaje más interior y profundo.
Los conceptos tienen que venir de profundas convicciones, por eso, cuando se enseña filosofía, se enseña un pensamiento en movimiento. Es necesario tomar en cuenta que el alumno tiene que meditar los conceptos; como diría Nietzsche, hay que rumiar las ideas.
Espacio en libertad
Una parte fundamental del filosofar en el aula es crear un ambiente de amistad y de libertad, para que el alumno se sienta como en casa y así éste se anime a pensar por cuenta propia, siempre y cuando haya meditado en los conceptos de los temas que se estudian.
Si es capaz de dialogar con sus compañeros de clase y de equipo, entonces puede ampliar su horizonte de comprensión, pues admite que hay opiniones diferentes.
Y si el aula es un espacio de amor, de libertad, y el alumno no se siente amenazado, puede escuchar opiniones diferentes; si no está de acuerdo, se le puede sugerir que explique con calma sus desacuerdos. Lo importante es generar un pensamiento radial y señalarle a los alumnos que se puede crear una tercera vía de interpretación en aquello en lo que si se está de acuerdo.
Por ejemplo, si se estudia la diferencia entre intuición y razonamiento, y se hacen interpretaciones de cómo llegar a la actitud del sabio, entonces se entreteje la filosofía de Epicuro, de Sócrates y de Aristóteles al pensar sobre cómo ser feliz.
Aplicando el concepto de moderación pueden pensarse formas de actuar que tengan que ver con el equilibrio acerca de los bienes que se consumen.
Un alumno puede interpretar que para Epicuro el placer de las cosas materiales tiene que ver con ser templado para ser libre; también se puede llegar a una tercera vía, planteando que no se trata de renunciar al sistema, ni tampoco ser consumista, sino que se requiere ser prudente en el uso de los placeres materiales.
Este tema se sigue reflexionado y sale otra raíz de los conceptos, como es el de pensar en los placeres espirituales y qué es la felicidad.
Se explica lo que significa felicidad como eudemonía: tener un diálogo con tu daimon o voz interior. Finalmente, la felicidad significa florecer, lo cual quiere decir que el buen ciudadano tiene que pensar de forma profunda siendo sabio para conocerse y mostrar sus mejores aptitudes, para así ofrecer frutos a su ciudad, es decir, hacer un bien a los demás.
Por eso, Deleuze y Guattari entienden que hacer filosofía es una actividad que tiene que estar transformando los conceptos, ya que responden al ejercicio de ver los fenómenos humanos y descubrirlos; así se configura una filosofía novedosa, que va sumando ideas, interpretaciones.
Según Deleuze y Guattari, la filosofía en los centros académicos ha perdido su función de crear conceptos refugiándose en los universales, al pretender crear ciencias del hombre-mujer, pero por ese motivo se convirtió en una disciplina estricta, se olvidó de transformar los conceptos. La enseñanza de la filosofía tiene que convertirse en una reflexión personal desde el interior.