Miguel de Cervantes Saavedra es uno de los escritores más importantes -quizá el más importante- en la historia de la literatura española; fue novelista, poeta y soldado español y nació el 29 de septiembre de 1547. Además, se le recuerda por ser autor de la famosísima novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, sin embargo, no suele hablarse del mismo modo sobre su otra faceta de enorme alcance y de igual calidad que su prosa: la dramaturgia.
Cervantes hizo entremeses, pero destaca por la única tragedia que esribió: La destrucción de Numancia. De acuerdo con los datos históricos reales, Numancia fue la capital de los arévacos, una tribu celtíbera que habitaba al norte del río Duero y que por largo tiempo mantuvo a raya las incursiones del imperio romano, el cual pretendía apoderarse de la península ibérica.
Cervantes desarrolla en su tragedia los hechos de este suceso a través de personajes históricos y del uso de alegorías. La historia es la siguiente: para aniquilar a Numancia, Roma envió al cónsul Escipión Emiliano, quien -con el objetivo de evitar más derramamiento de sangre romana- trazó una estrategia innovadora para la época: cercar la ciudad de Numancia, envenenar las aguas del río Duero y sentarse a esperar el fin del pueblo numantino.
No se sabe con certeza por cuánto tiempo resistieron el asedio, pero ante las condiciones de hambre e insalubridad provocadas por el envenenamiento del río Duero, los numantinos decidieron inmolarse antes que caer prisioneros en manos de sus enemigos los romanos1. De acuerdo con Isabel Cadenas Cañón, Cervantes sabía que la historia de Numancia era los orígenes de España, la cual puede situarse en ese contexto de resistencia contra el romano invasor.
En este sentido, Numancia equivale a la España original, por lo que la obra sería percibida por el público como un canto a la grandeza de los “castellanos viejos”.
Sin embargo, añade Cadenas, “Cervantes no olvida que España es también el imperio romano de su presente, y tiene ante sus ojos las atrocidades que cada día se cometen en su nombre. Por ello, España también es Escipión”.
Lo que Cervantes expone en escena son las dos caras del imperio español: aquella España celtíbera que resiste contra el todopoderoso imperio romano y renace de sus cenizas; y aquella otra cara que -al igual que el imperio romano-conquista y aniquila a la población americana.
Así, a través de un juego entre el pasado-presente y entre el mito-realidad, Cervantes recupera, en el sentido foucaultiano, la “contrahistoria”, la historia borrada de las historias oficiales por el poder vigente2.
Como he dicho en otros artículos, el teatro es relevante en la medida de lo que revela de la realidad. Bajo esta perspectiva es reveladora la coincidencia que ocurre con la historia de Masada, la cual sucedió en el territorio ahora conocido como Israel durante las guerras judeoromanas (IV d. de C.).
Siendo perseguidos por los romanos, un grupo de judíos se refugió en la fortaleza que alguna vez le perteneció a Herodes, pero cuando se vieron sitiados por el ejército romano, decidieron cometer un suicidio colectivo. Así, la deshonra no fue para los judíos sino para los romanos, quienes sólo conquistaron a un pueblo muerto.
Tanto en la historia de Numancia como en la de Mazada, se exalta el valor de la patria y del honor, del sacrificio y de la unión, de tal forma que ambas historias se han convertido para sus respectivas culturas en los ejemplos máximos de valores que enaltecen a un pueblo orgulloso de sí mismo3; además, coinciden en que: “la muerte es la única solución digna para no someterse al poderoso, la muerte tiene más valor que la vida sin libertad. Y al ser ellos mismos los que eligen la muerte afirman su humanidad o su pertenencia a un pueblo que vive como comunidad.”4 (Vivar, 2004, pág. 22)
No olvidemos que está la otra cara de la historia que nos revela Cervantes: la que exalta los valores y la que evidencia en lo que se convirtieron. Así como España masacró a los pueblos americanos, el 10 de octubre de 2024, Israel masacró a los gazatíes, los numantinos de hoy.
Las historias se resignifican en consonancia con los nuevos contextos. A través de la combinación y la sustitución de los signos (así como explica la semiótica) se vincula con la realidad paraconstruir los posibles nuevos sentidos, así como cobró cierto sentido esta historia cuando Napoleón invadió España, o cuando la Guerra Civil española5, 6, cobró otra en sus diversas adaptaciones; como la de 1968 para hablar de Vietnam, o de Irak y Afganistán en 2002.
Leer o representar hoy La destrucción de Numancia es abrirle la puerta al teatro para que resignifique nuestro presente.
1 Cadenas Cañón, I. (2008) La Numancia de Alfonso Sastre: ¿tradición cervantina para desenterrar la memoria? [En línea]. I° Congreso Internacional de Literatura y Cultura Españolas Contemporáneas, 1 al 3 de octubre de 2008, La Plata. Los siglos XX y XXI. Disponible en: http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.303/ev.303.pdf
2 Ídem.
3 “One of the mottoes of the modern Israeli army is ‘Masada shall not fall again!’ and recruits spend their last night of training trekking through the desert to see dawn break over the great fortress.” Seward, Desmond. Jerusalem’s Traitor. Josephus, Masada, and the Fall of Judea. Da Capo Press. Cambridge, 2009. p. xiii.
4 Vivar, F. (2004). La Numancia de Cervantes y la memoria de un mito. Madrid: Editorial Biblioteca Nueva, S.L. Pág. 22
5 Cadenas Cañón, I. (2008) La Numancia de Alfonso Sastre: ¿tradición cervantina para desenterrar la memoria? [En línea]. I° Congreso Internacional de Literatura y Cultura Españolas Contemporáneas, 1 al 3 de octubre de 2008, La Plata. Los siglos XX y XXI. Disponible en: http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.303/ev.303.pdf
6 Nogueira dos Santos, Eleni (2011). Una mirada histórica de Rafael Alberti hacia La destrucción de Numancia. II Congreso Internacional de Literatura y Cultura Españolas Contemporáneas. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria, La Plata.