Ana Gallardo (Rosario, Argentina, 1958) decidió asumir que la edad no sería un freno para seguir produciendo obra plástica, su postura política, de lucha contra el capitalismo y el patriarcado. Desde lo que ella denomina “Escuela de envejecer”, alza la voz para mantener un espíritu rebelde y contestario, apoyada por mujeres de la tercera edad que, al igual que ella, se expresan de manera libre.
Hasta diciembre próximo, en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) se presenta la exposición Tembló acá un delirio, colección autobiográfica que recorre veinte años de trayectoria en un conjunto de piezas y activaciones que iniciaron el 10 de agosto, fecha en la que se realizó una charla con Violeta Janeiro, Alfredo Aracil, Alejandra Labastida y Ana Gallardo, así como un performance a cargo de María Us.
Las obras pueden apreciarse en la sala 9, donde se activará cada jueves, de 11:00 a 14:00 horas, un aula de la “Escuela de Envejecer”, habilitada como un espacio de reflexión crítica en torno a las violencias de género. Podrán participar comunidades de mujeres, previa solicitud de inscripción a través del correo: escueladeenvejecer@muac.unam.mx
“Lo que he hecho toda mi vida es tomar las emociones excluidas de los discursos hegemónicos para crear arte. Son mi herramienta sanadora; el punto de partida son conversaciones que he tenido con personas como yo de la tercera edad sobre el amor, el cariño y cómo poder asumir una actitud de resistencia frente a la vida”.
La exposición contiene acciones efímeras sin registro, es decir, sin un soporte que las haga perdurar; mientras que las piezas exhibidas incluyen dibujos, audios, una pared tallada, y videos en los que aparecen mujeres expresándose de manera libre.
“Intento transformar la forma en que la sociedad asume los sentimientos de las personas mayores; durante toda mi vida, desde el arte, he combatido al sistema patriarcal que ha dictado y manipulado lo que debemos sentir. Cómo debemos pensar”, señala.
La preocupación por las condiciones materiales y sociales en la vejez llevaron a la autora a buscar a mujeres para conversar, observarlas y pensar en su propio proceso de envejecimiento. Muchas piezas fueron creadas en colaboración con personas de la tercera edad.
“Son mis herramientas de trabajo. Los encuentros con ellas terminan siendo muy afectivos, de transformarse en amistad y mutua colaboración. Por ejemplo, desde hace años trabajo con una mujer que baila danzón como quiere, sin preocuparse si lo hace bien o mal. Ella tendrá en la muestra un espacio para bailar y cantar como le venga en gana”, explica.