Por casi un cuarto de siglo ha sido tema de investigación en los laboratorios del plantel Oriente; su composición, su crianza y su desarrollo han sido monitoreados por los docentes Leticia Alonso Montesinos y Emilio Román Hinojosa, quienes han dedicado gran parte de su labor científica a desentrañar aquello que distingue al ajolote (Ambystoma mexicanum). Actualmente, desarrollan una alternativa de conservación ex situ que permitiría contribuir a disminuir su inminente extinción.
Junto con los académicos Julieta Sierra Mondragón, Raúl Cermeño García, Omar Sánchez Sierra, Carolina Gutiérrez Aguilar (Oriente) y Sabel René Reyes Gómez (Sur), desde 2023 llevan a cabo el proyecto Infocab “Caracterización de una colonia del ajolote mexicano (Ambystoma mexicanum) en condiciones parcialmente naturales en un ambiente de montaña”, mediante actividades novedosas de campo y laboratorio con alumnos en el Siladin.
“Los resultados hasta el momento son muy satisfactorios; los ejemplares se reproducen, crecen y se desarrollan en los estanques bastante bien”, dijeron los docentes.
“Pensamos que es muy factible la sobrevivencia y conservación ex situ de la especie en este ambiente de montaña debido a las buenas condiciones ambientales, climáticas, entorno ecológico y calidad del agua de la localidad”, detallaron.
Su ambiente natural es Xochimilco, aunque actualmente resulta inviable por la contaminación y por la introducción de especies extranjeras, exóticas, como la carpa y la tilapia, así como la urbanización y el excesivo turismo.
En este sentido, señalaron que algunos científicos creen que cuando ya el ambiente natural es inviable para la especie, hay que buscar otras alternativas.
“Creemos que es posible la teoría de conservación de especies ex situ, o sea fuera del ambiente natural. Escogimos las faldas del Iztaccíhuatl, Puebla, porque es un ambiente que consideramos propicio: clima, calidad del agua y disponibilidad de alimento, condiciones que son casi óptimas para la conservación, desarrollo y reproducción del animal”.
RECURSO DIDÁCTICO
El milenario animal de perenne sonrisa ha cautivado a la comunidad científica del mundo, lo que le ha valido múltiples indagaciones.
“Este anfibio tiene gran importancia desde el punto de vista científico, cultural, ecológico, económico y simbólico. Se han convertido en un modelo clave para la indagación de fenómenos biológicos y médicos, como la reprogramación nuclear, la embriología de la inducción de células germinales, el procesamiento de neuronas retinianas y la regeneración de órganos y tejidos”, explicaron.
En el caso del CCH, el ajolotario Alfonso Luis Herrera López, del plantel Oriente, fue fundado por los profesores Leticia Alonso y Emilio Román e inaugurado el 30 de marzo del 2011, “con la intención de utilizar el ajolote como recurso didáctico para mejorar los aprendizajes y contenidos de los programas de Biología”.
“En el proyecto tenemos ocho alumnos que participan de manera comprometida, cuatro de ellos se presentaron en un Encuentro Estudiantil donde expusieron este trabajo, el cual fue sometido a juicio por un comité de profesores. Hicieron un gran trabajo de divulgación”, explicaron los docentes.
SU NUEVO HOGAR
El proyecto se desarrolla en un ambiente a 400 metros de altura más que la Ciudad de México, es decir, a 2 mil 606 metros sobre el nivel del mar. “Hasta ahora no hemos encontrado otro proyecto igual, mucho menos en el bachillerato”.
Los estanques se instalaron en la comunidad de Ignacio Manuel Altamirano, municipio de Santa Rita Tlahuapan, Puebla.
“Son terrenos ejidatarios y la familia Sánchez nos prestó el sitio para probar esta investigación; el señor Raúl, la cabeza de familia, es muy emprendedor y tuvo la voluntad, el interés y la comprensión del valor de esta especie, incluso él los cuida y está en contacto con nosotros. Actualmente, estamos en el proceso de pedir que se tramite en comodato esta área, de manera formal”.
El trabajo consiste en reportar las condiciones físicas, químicas y biológicas de la crianza de la colonia de ajolotes en un estanque a esa altitud, la cual está alimentada con agua de las montañas.
“Cada mes sacamos a los ajolotes en una muestra para revisar su estado de salud; se miden, se pesan, se revisan y se registra todo; para ello, los alumnos nos ayudan. Después se regresan al estanque. Hay que destacar que nos reunimos previamente con los padres de los estudiantes para informarles de todo este proceso y ellos aceptaron que sus hijos participaran, no es decisión solo del alumno”, indicaron.
Si se mantiene la sobrevivencia de manera significativa se podrá ofrecer a la UNAM una alternativa de conservación y si desea continuar o hacer otros proyectos, se deberá tener la seguridad de trabajar en esa área bajo la característica de comodato.
Sobre los resultados, refirieron que de los 181 ejemplares depositados en el estanque, sobrevivieron 50 después de cuatro meses.
“Están al aire libre y al acecho de depredadores, sin embargo, sobrevivieron 50 y eso es muy bueno. Hemos visto que el desarrollo de las branquias es mucho mejor de aquellos que están en cautiverio”.
Además del desarrollo del animal, sus condiciones de salud y desarrollo son excelentes: “están gordos, grandes, se reproducen, esto es un hallazgo importante, encontramos huevos en el estanque (…) esto habla de que están contentos, están a gusto ahí, ya que cuando no están a gusto, no se reproducen”, finalizaron los académicos.