Letras impostoras. Reflexiones sobre el plagio

La cultura de la probidad nos toca a todos

El editor Camilo Ayala Ochoa llama a señalar las malas prácticas

La cultura de la probidad nos toca a todos
El editor Camilo Ayala Ochoa llama a señalar las malas prácticas

Hay que comentar en las aulas escolares que el plagio es la forma superlativa del menosprecio, y que debemos valorar lo que alguien hizo alguna vez porque es su expresión, así lo consideró Camilo Ayala Ochoa, jefe del Departamento de Contenidos Electrónicos y Proyectos Especiales de la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM y autor del libro Letras impostoras. Reflexiones sobre el plagio, editado por la Universidad Autónoma de Aguascalientes (https://libros.uaa.mx/index.php/uaa/catalog/book/168)

El historiador señaló que, más allá de las normas y leyes, hay que hablar de la cultura de la probidad, en la que descansa la actividad de la Universidad, la actividad académica, la editorial, ya que no se puede convivir entre universitarios si no se observan ciertas normas de honestidad en ese caso.

En este sentido, detalló que no hay norma, ley o disposición que evite este problematampoco acudir a programas antiplagio para hacer los dictámenes académicos o revisiones de estudios o áreas resulta suficiente. “El construir o reconstruir la cultura de la probidad nos toca a todos”, dijo.

Los casos de plagio, explicó el también teólogo social por la Universidad Pontificia de Salamanca, deben ser platicados en todas las entidades y dependencias universitarias y “debemos señalar esas malas prácticas, hay que educar e incluso reeducar platicándolo, más que un castigo al plagiario es señalar la situación de plagiario, que es lo que sirve (…)  lo más importante es ventilar ante la opinión pública esta clase de situaciones”.

Al referirse a la etapa del bachillerato, resaltó su importancia, ya que además de que se consolidan la educación primaria y secundaria, se proyecta realmente lo que es la vocación profesional y que, así como es importante afianzar la personalidad, la educación, los conocimientos básicos, también lo es la ética profesional.

No puede haber un buen estudiante de carreras profesionales si no tiene esta ética intelectual, por eso debemos de recordarles a los alumnos del CCH y ENP que tienen que respetar a los demás, y también recordarles que hay instrumentos para utilizar obras de otras personas: está el derecho de cita, las técnicas de investigación y ellos pueden acudir a esas cuestiones, indicó el también bibliotecario y fundador del Banco de Información de Historia Contemporánea del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. 

En este camino, admitió que el mundo actual propicia el plagio; de hecho compartió que algunos juristas han dicho que internet es una enorme fotocopiadora, “y sí es cierto, las nuevas tecnologías permiten plagiar todo, pero también permiten detectar todo;  llegará un momento en que si existen alumnos que cometen plagio y han defraudado a su familia, sociedad, universidad, tarde o temprano se descubrirá y habrá problemas”.

Explicó que hay dos clases de plagio, “uno es el simple donde el plagiador toma un texto o una obra tal cual o fragmentos y le pone su nombre; y otro es el inteligente que trata de no ser detectado, donde se cambia un poco la redacción, la sintaxis, se usan sinónimos o cosas por el estilo; eso es lo terrible, pero creo que en la academia y en la escuela debemos de actuar con la condición de que nuestros estudiantes tienen buena voluntad y están para aprender”.

Por otro lado, se refirió a la piratería, que tan sólo en el país, aproximadamente un 50 por ciento de los libros que se adquieren son pirata, “bajo esos datos es bien difícil hablar de una cultura de la legalidad a los jóvenes y más difícil de una cultura de probidad intelectual, pero somos Universidad, somos una comunidad de lectura y escritura y nos importa sobre todo la obra humana, la expresión humana; si como comunidad nos consolidamos en esa cultura de la probidad, tarde o temprano, eso va repercutir a nivel de país y mundo”. 

Otro desafío es el que enfrenta el derecho de autor o el derecho intelectual al ser atacado por una cultura (Maker) que tiene todo abierto, frente a esto, hay grupos de autores y de titulares de derechos como los editores, productores de cine, los dueños de la televisión, de la música, que están tratando de que las obras sean cada vez más difíciles de copiar o de tener, en esa guerra pienso que ninguno de los dos podrá ganar si no se aspira a lo que es la probidad intelectual.

Por último, resaltó que en la medida en que la Universidad discuta estas cuestiones, eduque y reeduque y atienda la cultura de la probidad tendrá en sí futuro, “nuestra Universidad no es fuerte porque tiene una larga historia, que es muy importante, no es fuerte porque tiene grandes hombres que hicieron mucho por ella, sino que es tan fuerte como proyectemos el futuro”.

 

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