Los personajes se vinculan a través de la palabra escrita

Presentan Las vigilantes

Los personajes se vinculan a través de la palabra escrita

Presentan Las vigilantes
Los personajes se vinculan a través de la palabra escrita

En el libro Las vigilantes, el cuerpo de la mujer es protagonista. Describir al cuerpo, que hable y diga lo que las palabras no dicen. Son mujeres violentadas que se unen y lo gestionan, así lo señaló su autora, Elvira Liceaga, al presentarlo a los estudiantes del plantel Sur en el último día de actividades del Segundo Festival Cultural del CCH.

Se trata de una triada de mujeres: Catalina, la madre, terapeuta que trabaja como voluntaria en un refugio de chicas embarazadas que no consiguieron abortar; Julia, la hija, que no se encuentra a sí misma; y Silvia, una chica que dará en adopción a su hijo, pero que no sabe escribir y desea dejarle una carta a su hijo donde le explica por qué lo dará en adopción.

Las tres, detalló la también locutora de radio, se vinculan a través de la palabra escrita. “Hay una edad en la que atraviesas tantas emociones, tantos corajes, tristezas, tanta incomprensión del mundo y contigo mismo que el lenguaje se vuelve insuficiente”.

“Una de las cosas más corporales que una mujer puede vivir es el embarazo y ponerlo en palabras es muy difícil, cuando Julia empieza a darle clases a Silvia para ver palabras y para qué sirve la palabra escrita, Silvia se da cuenta que tal vez el lenguaje escrito no es el que ella necesita para despedirse”, dijo la autora.

Asimismo, detalló que la novela trata de la decisión de no ser madre; del derecho a decidir, que deberían tener garantizado todas las mujeres; el derecho a abortar de manera libre y segura.

“Las tres mujeres tratan de articular todos estos procesos tan corporales, viscerales y emocionales en la palabra escrita, que se vuelve insuficiente; es algo que nos pasa: no encontramos la palabra y cuando lo hacemos no nos basta”, expuso la escritora.

“Entre las tres se forma una relación muy entrañable, hay mucha ternura, humor y mucha cercanía, sororidad, pero también mucha diferencia y trasgresión, como a veces sucede cuando parece que sabemos cómo ayudar a alguien, cuando en realidad los que necesitamos ayuda somos nosotros mismos”.

En este sentido, Liceaga dijo que buscó relativizar ciertas verdades y ponerlas en los personajes “que son dueñas de su cuerpo y su vida, pero que también son frágiles y en su fragilidad se unen. Para mí hay mucho valor en mostrarnos heridos ante los demás. Se crean lazos más fuertes en la vulnerabilidad, nos unen las heridas”.

Para concluir, recomendó a los estudiantes que deseen dedicarse a las letras que busquen integrarse a talleres de escritura, también estar dispuestos a la crítica y buscar el apoyo de becas, pero sobre todo que tengan el gusto de la palabra escrita: “más que talento es sentarte a escribir. Ahora es el mejor momento”.

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