Hijas de la noche

Hijas de la noche, poemario de García Rey

Introspección de sus propias historias para decir ya basta

Hijas de la noche, poemario de García Rey
Introspección de sus propias historias para decir ya basta

Con la intención de dejar atrás esas marcas tan lacerantes de la violencia de género que han persistido por muchos años y que, efectivamente, han hecho que la literatura, la poesía y la creación hecha por mujeres permaneciera oculta de una u otra manera, fue que la escritora Rocío García Rey escribió su poemario Hijas de la noche.

Durante su presentación, a través del Facebook de Literatura y Artes Plásticas de Difusión Cultural del CCH, la maestra en Estudios Latinoamericanos por la UNAM explicó que Hijas de la noche es un escrito autobiográfico que pretende hacer una labor de introspección de sus propias historias, y que lo escribió en respuesta a la convocatoria “Al grito de ya basta de violencia hacia las mujeres”.

El libro llevó como portada una foto de su abuela, la tía Lola y su mamá, que son, dijo, hijas de la noche, victimizadas, “como yo misma, vivimos ese acoso sexual, violencia intrafamiliar, entonces cómo ayudar a mis alumnas o ponerme en el campo de sororidad, si no enunciaba primero o no me atrevía a narrar mi historia”.

García leyó justo algunos fragmentos del libro, en los que narra el acoso que vivió durante mucho tiempo y cómo lo asumió como algo normal; describió de manera conmovedora una escena de violencia hacia su madre y compartió con el público todas las preguntas que la invadieron de niña cuando ocurrió el hecho y cómo al paso del tiempo entendió las razones de su madre.

“Yo creo que una forma de preparar el escenario para que las familias se vayan sensibilizando ante estos temas, es compartir textos; actualmente doy un curso que se llama Socializar y Fomentar la lectura que trata sobre esto, cómo podemos hacerlo en nuestro propios espacios familiares y escolares.

“Yo aconsejaría que fueran amables con sus padres, yo sé que los adolescentes son impositivos porque las hormonas están a todo lo que dan, tranquilamente invitar a los integrantes de la familia a leerles en voz alta un cuento de Inés Arredondo que se llama ‘Dos de la tarde’ y ‘Modesta Gómez’, de Rosario Castellanos, para después preguntarles qué les pareció”, señaló la exalumna del plantel Vallejo, del CCH.

La doctora en Letras señaló que desde hace tiempo, en este redespertar, sobre todo de las jovencitas, hay que tomar en cuenta lo que la filósofa española Celia Amorós dijo “de la anécdota hay que pasar a la teoría”, pero no sólo tomar la palabra o las calles, también tener conciencia, un pensamiento claro, lo cual es fundamental para dar nuevos argumentos, y que aquello que decimos tenga un sustento bien escrito, porque a veces se tienen buenas ideas, pero se carece de lo elemental, que es una buena redacción.

La impartidora de talleres literarios en el Museo Universitario del Chopo y la FES Acatlán se refirió a ciertas problemáticas de las nuevas generaciones, en el sentido de que la chicas no conocen a autoras fundamentales como Armonía Somers, ícono de un movimiento de ruptura en Uruguay y después en América Latina, o los chicos no han leído La chica de Simon’s Bay o a Simone de Beauvoir.

Es preocupante, dijo, porque entonces los profesores “estamos preparando alumnos que egresarán de sus carreras con una gran carencia, con una gran miopía, por no conocer la totalidad de autores y autoras. Estas críticas que hago no son nuevas, en los años cincuenta Rosario Castellanos alertó sobre cómo durante mucho tiempo, los que creemos grandes filósofos (y no lo dudo que lo sean) nos fueron preparando para que la comunidad creyera que las abuelas y las mujeres no podían pensar y necesitaban el cuidado de alguien y ese alguien era un hombre”.

En 1929, durante la Gran Depresión Económica, continuó, Virginia Woolf alertó sobre lo mismo y de ello surgió un ensayo en el que sostiene que la gran razón por la cual no hay escritoras es porque no tenemos una habitación propia y una renta mensual, es decir, carecemos de autonomía.

Cuando le preguntan a Inés Arredondo por qué las autoras mexicanas no tienen una gran novela, como Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez, responde que, en un momento determinado, todas terminaron divorciándose y tuvieron que trabajar para sostener a los hijos, “qué tiempo íbamos a tener para escribir una novela, por eso nos dedicamos al cuento”, concluyó la escritora.  

Compartir: