Secretaría de Programas Institucionales del CCH

Hablando de género

Mitos han perpetuado misoginia y desigualdad

Hablando de género
Mitos han perpetuado misoginia y desigualdad

A partir de un breve recorrido histórico que dio cuenta de la construcción social sobre las relaciones erótico-afectivas entre hombres y mujeres, y cómo muchas de ellas están asentadas en las desigualdades, la misoginia y la discriminación, la especialista en derechos de las mujeres, feminismo y medios de comunicación, Raquel Ramírez Salgado cuestionó a los jóvenes del Colegio de Ciencias y Humanidades sobre los mitos que hacen que se perpetúen las desigualdades. 

A través del curso taller para estudiantes ¿Qué es eso del género?, organizado por la Secretaría de Programas Institucionales del CCH, los estudiantes reflexionaron sobre la promoción de una comunidad igualitaria e incluyente, y detectaron aquellos aspectos que por siglos ha dado forma a lo que se ha llamado amor romántico y que muchas veces esconde prácticas nocivas. 

El mito del amor romántico es una construcción sociocultural occidentalizada, una construcción histórica que supone la reproducción y aceptación de creencias falsas, por ejemplo, reproduce la misoginia y el machismo, “se exacerba la idea de la complementariedad, el que nos falta la otra mitad, la llamada media naranja”.

Sobre el amor trágico, se refirió a Tristán e Isolda, que narra la historia de dos amantes que no pueden estar juntos, pero al parecer esa es la motivación de su amor, lo “exquisito” de la tragedia.

Será Simone de Beauvoir, con textos como El segundo sexo (1949) y “No se nace mujer, se llega a serlo”, quien pone en el centro de la reflexión una nueva forma de concebir a la mujer.

Además, acotó, el amor no tiene el mismo sentido para las mujeres que para los hombres, ya que para las primeras el amor es una dimisión total en beneficio de un amo. Desde niñas somos educadas para pensar que nuestro ser sólo trascenderá a través del amor, lo que destaca es la infantilización de las mujeres al amar: son débiles y necesitan de protección. La enamorada, dice, depende de su amado, se ha enajenado en otro, quien a su vez no depende de ella, está seguro de que le pertenece y, en todo caso, otra podría ocupar su lugar, razón por la cual las otras son nuestras adversarias y el abandono representa la nulidad de nuestro ser.

De acuerdo con Shulamith Firestone y la dialéctica sexual, “el amor, más que la capacidad reproductiva es el pivote de la opresión de las mujeres en la actualidad”. Y agrega, “la cultura masculina era (y sigue siendo) parásita y se alimenta de la energía emocional de las mujeres sin reciprocidad”.

Sobre esta idea, especialistas como Graciela Hierro sostienen la urgencia de problematizar las masculinidades y feminidades; universalizar los valores femeninos positivos, como la suavidad, la delicadeza, ternura, sensibilidad, paciencia, receptividad y sentido comunitario.

También, hace énfasis en la devaluación de pseudovalores como la pasividad, docilidad, sumisión, dependencia, ineficiencia y pureza (carencia de deseos sexuales), y en los hombres los de competencia, rendimiento, voluntad de poder y alarde de fuerza.

La feminista Marcela Lagarde propone vivir en la mismidad, “a pesar de tener amigas, amigos, una pareja, necesitamos ese espacio vital en soledad con nosotras mismas, deconstruir nuestra soledad y descubrirnos como autónomas para no generar dependencias” hacia los hombres.

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