Riqueza plástica en el CCH

Riqueza plástica en el CCH

La pasión de artistas, profesores y estudiantes queda plasmada en sus obras

Riqueza plástica en el CCH
La pasión de artistas, profesores y estudiantes queda plasmada en sus obras

A lo largo de 51 años, los murales del Colegio de Ciencias y Humanidades han sido los lienzos para que la pluralidad de ideas y visiones, tanto de reconocidos artistas plásticos como de jóvenes bachilleres y universitarios, encuentre su cauce, a partir de planteamientos, exigencias y reflexiones en torno al acontecer académico, cultural, social y político que los rodea.

Desde su fundación, el Colegio se planteó como un espacio de diálogo y debate, que no se limitó a las palabras, sino que traspasó los formatos y demostró su sentir ante la realidad, mediante una amplia riqueza visual en diversas técnicas y contenidos; manifestaciones que no se han detenido y que van de la mano con el mismo crecimiento de la institución.

La celebración por los 100 años del Muralismo mexicano, uno de los movimientos nacionales de vanguardia que inició con la creación de obras de Roberto Montenegro y Diego Rivera en recintos universitarios, entre 1921 y 1922, es un momento oportuno para este recuento en el Colegio, que invite a los alumnos a conocer la riqueza plástica que durante más de cinco décadas ha sido parte de la formación integral de más de un millón de jóvenes mexicanos. 

Tanto al interior como al exterior de las bibliotecas, en los muros de los centros audiovisuales, en laboratorios o salones de los planteles Azcapotzalco, Naucalpan, Vallejo, Oriente y Sur, se ubican las propuestas, en gran formato, de artistas nacionales y extranjeros, como José Hernández Delgadillo, Lucilio Belluno, Julio Carrasco Bretón, Manuela Generali, Gustavo Aceves, Gregorio Escobar Contreras y Guillermo Peña Mandujano, así como de profesores y estudiantes universitarios, tanto cecehacheros como de licenciatura.

 

Trazos y compromiso social

Participante activo en las luchas populares y como militante de izquierda en el país, José Hernández Delgadillo creó una obra artística de más de 170 murales en universidades, escuelas normales rurales, tecnológicos, sindicatos y comunidades campesinas.

A la entrada del plantel Azcapotzalco plasmó Represión y lucha estudiantil y popular, que realizó en 1973; en sus notas autobiográficas, el artista refiere cómo fue concebido. “… Lo que hicimos fue pintar murales, donde las condiciones lo permitían, en el momento mismo de un recital. Esto lo iniciamos en el plantel Azcapotzalco. El mural quedó terminado después del recital y muchas personas estuvieron acompañándome”.

El mismo artista creó en 1983, en la explanada del plantel Oriente, el mural Por la Revolución Democrática Popular, en el que se reitera la temática que impulsó gran parte de su obra y que él mismo comparte: “Mis murales tienen el sentido de un gran cartel, un gran llamado a la conciencia, a la lucha, a reconocerse como clase, a reconocerse obreros, pueblo”.

Lucilio Belluno, artista autodidacta brasileño, comenzó a pintar en acrílico, sobre todo al óleo y murales; de acuerdo con su página web, cuenta con obras en depósito en California, San Francisco, Connecticut y Cleveland (Estados Unidos), y murales en Portugal, Canadá y México, en este último, en el plantel Azcapotzalco, donde se custodia una de sus creaciones. 

El mural Tributo a Raúl de Souza (2005), ubicado en la fachada del auditorio A, del edificio del Siladin, hace homenaje a quien es considerado como el mayor ejecutor del trombón. “Raúl enciende toda la sala con una sucesión de agudos aterciopelados salpicados de staccatos (…) transporta al espectador. Como solista es uno de los más grandes jamás producidos por Brasil”.  Encuentro de tuiuiús con Louise Tracy en México (2004) es otra de sus obras realizadas en el CCH, esta vez en la Biblioteca Guillermo Haro Barraza, del plantel Oriente. En ella inmortaliza la labor altruista de Tracy con niños con pérdida auditiva, al crear un método de lectura de labios y la edificación de un hospital.

Alumno de Lino Picaseño y Cuevas, pintor y arquitecto de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de San Carlos, así como maestro de matemáticas en el plantel Naucalpan en los inicios del CCH, Julio Carrasco Bretón tiene obras murales en el Palacio Legislativo de San Lázaro y en el Ayuntamiento de Monterrey, y en el extranjero, en la Academia Nacional de Arte en Sofía, Bulgaria.

En el plantel Naucalpan, en la Biblioteca Dr. Ignacio Renero Ambros se resguardan dos de sus obras pictóricas: un mural y una pintura de caballete.

En una reciente entrevista, que registró el Departamento de Difusión Cultural de dicho centro escolar, Carrasco comentó que sus años en el CCH fueron una experiencia inolvidable y justamente en este lugar sintió “la necesidad de dejar obra”.

Revolución (1975) es el título de la pintura que, a decir del autor, “corresponde a una modalidad histórica: era destruir para construir”. Y recuerda que “en aquel momento se pensaba que la revolución armada era la única solución y hoy vemos que tampoco es así (…)”.

En su segunda obra, cuyo título es Apocalipsis (1975), reflejó la inquietud sobre lo que se veía venir. “Para entonces algunos ya teníamos conciencia y también información de los deterioros, de los ecocidios que se daban en el planeta. La pintura se hizo en tonalidades verdes, porque verde es la esperanza, es lo último que muere”. Las dimensiones de la obra son 2 por 3 metros y fue elaborada en técnica mixta.

De origen suizo, llega a México en 1978, después de una década de viajes por diversos países, la artista Manuela Generali, quien continúa su formación en la Escuela Nacional de Artes Plásticas. A decir de la crítica de arte Raquel Tibol, su obra se cataloga “en las tendencias crítico-realistas (…) con variantes formales de tiempo y lugar (…) tales como las metodologías cotidianas, la figuración narrativa y el nuevo expresionismo”.  

Ella, junto con el pintor y escultor Gustavo Aceves, “reconocido por sus impactantes pinturas de la figura humana trazadas con tradición pictórica clásica, en escalas monumentales y utilizando colores fuertes comunes para la pintura mural mexicana”, dieron forma al mural El turno del ofendido (título homólogo del libro de poemas del escritor salvadoreño Roque Dalton).

La obra se encuentra en el interior de la biblioteca del plantel Naucalpan y según el sitio web de la artista, fue pintada en 1981, en acrílico, sobre cuatro lienzos; tiene unas dimensiones de 4 por 12 metros. A su develación asistió el teórico y crítico de arte Alberto Híjar.

“Concebimos la obra artística como una manifestación en imágenes de la forma del sentir del pintor ante la realidad (…) hemos intentado dar testimonio de manera fiel lo que se nos presenta; esta fidelidad a la realidad inevitablemente nos coloca del lado del ofendido, de los marginados y oprimidos”, señaló Aceves a propósito de la inauguración del mural. 

“Nos propusimos, desde el principio, un cambio de estilo en la forma de producir murales e intentamos armonizar las diferentes maneras de concebir la obra. Fue una experiencia interesante”, agregó en una entrevista.

Al inicio de la década de los noventas, el artista visual Gregorio Escobar Contreras, egresado del plantel Azcapotzalco, convirtió las paredes grises de las bibliotecas de Azcapotzalco, Vallejo y Sur en escenarios multicolores plagados de referencias históricas y simbólicas, pero “unidos ideológicamente” según refirió el gestor cultural comunitario en una visita que hizo en el 2020 al plantel Vallejo, con motivo de la restauración de su obra.

El mural El hombre en busca del conocimiento: la biblioteca de Babel (1991), que se ubica en la Biblioteca Rosario Castellanos del plantel Azcapotzalco, es una propuesta visual que en su elaboración incluyó incrustaciones de piedras de obsidiana traídas de Teotihuacán; fue realizado junto con el equipo formado por Luisa Falcón, Jesús González, Katya Gardea y M. Antonio Pérez. El mural fue parte de los festejos del XX aniversario de la institución.

Al respecto, el autor indicó que “el hombre es el creador de su mundo y el causante de su transformación o de su destrucción… Se trata de tener un espectador constante en un espacio que requiere de motivación, y la pintura es eso, motivadora de emociones y sentimientos. Exhortar a los estudiantes a conocer un lugar en donde el tedio queda fuera, demostrarles que los libros no son aburridos y que es necesario que aprendan a disfrutar y retomar su enorme valor cultural”.

Armonía entre las Ciencias y Humanidades (1991) es el título del mural que se localiza en la Biblioteca del plantel Vallejo, para su elaboración se conformó un equipo de trabajo integrado por Jesús González, M. Antonio Pérez, Alejandra Ocampo, Gabriela Ramírez y Beatriz Casillas.

La obra destaca la figura de una mujer con el rostro orientado de manera simultánea hacia varias direcciones. De ella brotan fuertes brazos y, como si estuviera en movimiento, parece romper con lo inerte. Sus pies surgen de una mezcla de naturaleza-estructura metálica que habla de su propia fortaleza.

El tercer mural se ubica en el plantel Sur: América una visión de 500 años (1992), donde el artista “realizó una composición vertical conformada por líneas que delimitan espacios (exterior e interior de la biblioteca) y tiempos (México prehispánico, Europa, Conquista, sincretismo).

Asimismo, identidades (cara con tres rostros: hombre actual, personajes con rasgos indígenas y español robotizado) y señales taumaturgas que lo mismo representan descubrimientos y exploraciones, por parte de España, que una cosmogonía antigua (serpientes, ocelotes, círculos)” se describe en el libro Crónica de una historia, de la autoría de Alejandro García, Raquel Flores y Rito Terán, editado por el Colegio de Ciencias y Humanidades, plantel Sur. 

Posteriormente, en 2011, se inauguró la obra que el artista Guillermo Peña Mandujano plasmó en la parte exterior del conjunto de audiovisuales del plantel Oriente; fue titulada El hombre perdido en la creación de su tiempo, y a decir del autor, “el color es la representación de la energía que fluye libremente en el infinito”.

De esta propuesta destaca la integración de arquitectura, pintura y escultura y el ensamble de diversos elementos, que van desde piezas de computadoras, vidrio, láminas, bujías de autos, monedas, PVC, latas de aluminio, entre otros materiales.

Recientemente, Daniel Mondragón plasmó el mural Futuro (2021), que se ubica en el edificio L, del plantel Azcapotzalco.

Al respecto, el director de este centro escolar, Javier Consuelo Hernández, señaló que la idea de la obra “es buscar la representación de símbolos ligados al razonamiento, la acción y la emoción con una visión de futuro triunfal, sin olvidar la base atávica de la transformación natural; la mariposa como espejo del paso del adolescente a la edad adulta con ánimos de vuelo”.

Y añade, “es la persona que integra las ciencias y las humanidades en cuyo cerebro y corazón ya no existen los cañones de guerra, sino los que, en son de equilibrio, lanzan estrellas en la construcción de nuevas galaxias, de comunidades distintas en un mismo Universo con pasado y futuro, unas manos que pueden exponer el pensamiento y respetar la fragilidad de la vida. Los principios filosóficos de aprender a aprender, a hacer y a ser son esencia en las transformaciones humanas”.

 

Creación puma

En el artículo “Muralismo estudiantil en la UNAM: continuidad de una tradición plástica”, Emilio Coral García sostiene que la tradición muralista “no ha concluido con el trabajo plástico de los maestros reconocidos, sino que se ha convertido en un medio de expresión para las inquietudes de los estudiantes universitarios; basta ver el resultado de la labor realizada por alumnos del bachillerato”. 

De ahí que el plantel Azcapotzalco recibe al visitante con el mural Sin título, que representa, la figura de un hombre que es cubierto por un semicírculo, y a sus pies tres personas sentadas.

Más adelante, en el interior de la biblioteca se localiza la obra Escucho un lamento, queremos la tierra, y la queremos ahora, producto del trabajo en equipo entre el muralista y profesor del plantel Mario Enrique Fernández Merino y de sus estudiantes del Taller de Expresión Gráfica, quienes reflejaron  la marginación de los pueblos indios y la destrucción del medio ambiente.

“Sobre todo, hemos perdido poco a poco la condición humana que nos debiera caracterizar, nos comportamos tan ajenos a la naturaleza, olvidando nuestra pertenencia a ella, pues comprender todo esto es conocernos mejor, y al mismo tiempo al hombre”, afirmó.

 Con la realización de la obra, compartió el artista, se reafirma que “en los planteles del CCH existen alumnos con alto nivel creativo y que los principios del Colegio: el aprender-haciendo y el hacer-aprendiendo siguen formando estudiantes críticos y propositivos de una cultura mejor para todos”.

La Biblioteca del plantel Naucalpan alberga un nuevo mural: Para lenguas, dedicado a Mario Lenguas de Mileto, un perro que fue adoptado por la comunidad de este centro escolar. La creadora de la obra, Denisse Canel Ramírez, es exalumna de esta escuela y estudiante de la Facultad de Arte y Diseño.

En una entrevista para el boletín local Pulso, la joven destacó la “magia del espacio”, donde fue colocada la obra y compartió que la propuesta visual incluyó  “elementos propios de la cultura griega, pero también propios de la fauna de México y de Naucalpan. Considera que la obra es muy institucional y que en ello refleja el cariño que tiene tanto al Colegio como a la Universidad”.

En este mismo sitio se resguarda un mural Sin título, realizado entre 1979 y 1980, donde destacan, de acuerdo con Emilio Coral García, “los efectos notables de plasticidad y profundidad, así como un diseño de imágenes que lleva al espectador a atestiguar planteamientos de composición plenamente fantásticos, propios del surrealismo”. Se ubica en este mismo recinto la obra Iniciación, de David Toriz Hernández.

De manera reciente, en el plantel Vallejo se inauguró también el mural Ser del CCH (2022), de la autoría del Taller de Dibujo y Pintura del plantel Vallejo, encabezado por el profesor Óscar Guzmán González, y con la participación de Karla Paola Bautista Rivero, Xecani Emiliano Hernández, Bruno Iván Ramírez Acuña y Rosa Isela González Domínguez, exalumnos de plantel y estudiantes de las facultades de Filosofía y Letras y de Arte y Diseño.

La obra, ubicada en la sala José Vasconcelos, representa a los estudiantes y recalca cómo se transforman a partir de su incorporación a esta institución, pero al mismo tiempo cómo pueden modificar la estructura del Colegio, “vimos que había pocas representaciones en la Universidad donde se destaca al alumnado, por lo que consideramos pertinente que los alumnos se sintieran representados e identificados, ya que se encuentra dedicada a ellos”.

Para su elaboración “se utilizó acrílico sobre madera, empleando una técnica barroca representada en la luz, la cual viene a difuminar las sombras y a resaltar el saber que brinda un mejor entendimiento de la vida, parte de una batalla que acentúa la profundidad de los estudios, dando solidez a los personajes que poco a poco se llenan de luz”.

En ese mismo sitio se ubica el mural S.XX, de autor desconocido, el cual se encuentra en el lado derecho de la entrada, se desconoce el año de elaboración.

Producto del Taller de Dibujo y Pintura de Vallejo es la colosal Tabla-mural Periódica de los Elementos, realizada en 2019 y que conmemoró el año internacional de dicho recurso y su 150 aniversario;  se ubica en la pared del primer piso del edificio U y es de la autoría del profesor Miguel Fuerte Fuentes y de Óscar Guzmán. 

También de la autoría de Óscar Guzmán y de algunos estudiantes es el mural Peregrinación en busca del venado azul (2019), que se localiza en el Museo vivo, de dicho centro escolar.

La madre patria llorando a uno de sus hijos más queridos (2020) es otra de las obras del mismo artista, ésta se ubica a un costado de la biblioteca; a ella se suma el mural Todavía seguimos luchando, ubicado en el baño de mujeres frente al edificio W, su realización data del 2020. 

En este mismo centro escolar, en la explanada central, se ubican los murales: Deshumanización y CCH de la autoría de los entonces estudiantes Carlos Gómez Reyes y Alejandro Herrera Morales, respectivamente, quienes resultaron ganadores del concurso Mural Ciencias y Humanidades, que organizaron profesores en 1978.

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