MaríaNadie

Obra de la chilena Marta Brunet

Es un ejemplo de la construcción de lo femenino contemporáneo

Obra de la chilena Marta Brunet
Es un ejemplo de la construcción de lo femenino contemporáneo

María Nadie, novela escrita por Marta Brunet (1897-1967), apareció por primera ocasión en 1957. La autora forma parte de las mujeres que en el siglo XX se vieron excluidas por la crítica, pero que lograron crear una abundante producción literaria. El título es retomado en México como ejercicio de memoria y para resaltar la vigencia de la obra.

Alia Trabucco Zerán, narradora, ensayista y abogada chilena, escribió el prólogo para la edición de la UNAM, en el cual resalta que la escritora es “un ejemplo más de la corriente criollista, reduciendo con este apelativo una escritura que con los años se diferenció formal y sustancialmente de esa tendencia y que además innovó tanto en la representación del campo chileno como en la construcción del sujeto femenino moderno”.

La novela está dividida en dos capítulos: “El pueblo” y “La mujer”. En el primero, la autora aborda el ambiente en el que se desarrolla la historia, para lo cual emplea recursos provenientes de la literatura tradicional en cuanto a la descripción de espacios y la presentación de la trama se refiere.

En el segundo cambia de punto de vista para narrar desde la interioridad del personaje central y lograr así traspasar los cánones literarios de su época y “se posiciona en lo que la crítica especializada ha llamado los ´géneros del yo´”, señala Alia Trabucco Zerán.

La novela da cuenta de cómo, desde sus primeros títulos, Marta Brunet expone un reiterado interés por escribir acerca del rol de la mujer, que desde la perspectiva masculina debe ser sumisa y estar sometida, aceptar que debe vivir y actuar en un mundo que la limita y oprime. Se configura como piedra angular para el tema central de reflexión de la autora: la reivindicación de la mujer en un mundo de hombres.

Marta Brunet se aleja de la construcción de un personaje femenino que encarne una rebeldía estéril, “le otorga un destino abierto a su protagonista. Le permite irse, tomar por sí sola y para sí la decisión de partir. De no ser una mártir ni volverse una voz del coro, no ceder, no tener un marido”.

“Esto habla de la lúcida ambigüedad manejada por la autora en la novela, que posee una escritura honda y afilada, incólume al paso del tiempo, que no esquiva la fisura entre el coro y el silencio. Nos dejó un libro poroso, feroz y siempre abierto a que leamos en él un tiempo opaco del que no hemos salido todavía”, concluye Trabucco Zerán.

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