Otorgaron una dimensión dramática al espacio que antes no se trabajaba

Alejandro Luna y Arturo Nava

Otorgaron una dimensión dramática al espacio que antes no se trabajaba

Alejandro Luna y Arturo Nava
Otorgaron una dimensión dramática al espacio que antes no se trabajaba

El pasado mes de diciembre murió el maestro Alejandro Luna y en enero de este año nos dejó el maestro Arturo Nava. Con esto, el teatro mexicano perdió a dos diseñadores que transformaron la escena en nuestro país, sin embargo, su legado permanecerá con nosotros.

Luna estudió Arquitectura en la UNAM y más adelante Literatura Dramática y Teatro. Cuando era estudiante, no existían en México las especialidades en diseño teatral, pero fue en la Facultad de Filosofía y Letras que sus pares en clases le solicitaban diseñar la iluminación y/o escenografía de sus puestas.

Por su lado, el maestro Nava estudió también Arquitectura y fue en esa Facultad que comenzó su carrera en las tablas, pues formaba parte del grupo de teatro de Hugo Galarza.

Cuando se dice que el maestro Luna diseñó más de 250 obras de teatro, más de 25 óperas y 10 coreografías y que Arturo Nava realizó el diseño de más de 400 puestas en escena, cuesta trabajo dimensionar el enorme trabajo de investigación que esto conlleva.

Sin embargo, el aporte de estos diseñadores monumentales no está en la cuantificación de sus propuestas, sino en su realización, pues hablamos del trabajo de dos hombres quienes otorgaron una dimensión dramática al espacio que antes no se trabajaba.

Para Luna la iluminación era la posibilidad de que el público viera lo que él deseaba en el momento que lo requiriera. Esto se traduce en una capacidad de revelar el espacio escénico respondiendo al drama del mismo.

Es decir, concebía la iluminación no sólo como el elemento de la puesta en escena que nos permite ver, sino que lo hace en los momentos deseados, en la intensidad precisa y apoyando el drama presentado.

Esto no quiere decir que el maestro Luna despreciara el realismo para privilegiar lo simbólico. Su trabajo nos permitía saber si nos encontrábamos en interiores o exteriores, la hora del día o la estación del año, pero, además, nos permitía conmovernos. Su uso de las luces para acercarnos a la emotividad del drama y guiar nuestras respuestas como público fue uno de sus aportes más significativos.

Además, Luna también participó en la remodelación y diseños de muchos teatros en México. Con su conocimiento profundo de géneros y tonos teatrales, sostenía que un problema del diseño de espacios teatrales en nuestro país es que se hicieron para que en ellos pudiera representarse todo, lo que -para él- no servía de nada.

Lo que Luna demostraba con estas declaraciones es que comprendía perfectamente que la relación que se establece con el público al representar un Edipo Rey no es la misma que cuando se escenifica teatro cabaret.

Esto significa que la selección del espacio a representar cierta obra debiera estar centrada en lo artístico, no en lo comercial o asequible, como casi siempre es el caso. Por eso, en su trabajo de diseño del espacio teatral o remodelación de espacios, Luna siempre tomó en cuenta qué tipo de perfil tendría el teatro.

A Luna se le ha llamado maestro por muchos años dada la maestría con la que transformó la escena mexicana a través del diseño espacial, pero también porque a través de la práctica, fue maestro de muchas generaciones de iluminadores y escenógrafos que hoy en día reconocen que su trabajo es producto de las colaboraciones que tuvieron con el maestro Luna y la forma en que él les hizo concebir el espacio teatral.

Por su lado, el maestro Arturo Nava dedicó gran parte de su vida a la formación de nuevas generaciones de diseñadores en la Escuela de Arte Teatral de la UNAM. Actualmente, uno puede acercarse a su trabajo y seguir aprendiendo de él a través de dos magníficos libros que contienen también un DVD y que fueron publicados por Paso de Gato: Fundamentos del diseño escenográfico e iluminación escénica y Procedimientos del diseño.

Estos volúmenes contienen imágenes de sus puestas que le permiten ejemplificar los conceptos que desarrolla. Asimismo, y de forma muy didáctica, el maestro Nava comparte en ellos diagramas, croquis y planos que le permiten al joven aprendiz comenzar una práctica informada en el diseño espacial dramático.

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