El vulcanismo es y ha sido muy importante en la configuración de México, donde hay más de 2 mil volcanes y más del 40% de su superficie continental está cubierta por rocas de origen volcánico. La actividad volcánica de nuestro país se concentra fundamentalmente en el Cinturón Volcánico Transmexicano o Sistema Volcánico Transversal.
La Ciudad de México se localiza justamente en esta región que atraviesa el territorio nacional de costa a costa, desde Nayarit hasta Veracruz, y cuyo origen es la subducción de las placas de Cocos y Rivera por debajo de la corteza continental, que conforma la mayor parte del país.
La ubicación geográfica del Cinturón Volcánico Transmexicano coincide con la región más poblada del país, lo cual implica que un alto porcentaje de la población se encuentra en riesgo volcánico, sobre todo aquella que habita en las inmediaciones de algún volcán activo como el Popocatépetl o el de Colima.
Pero ¿por qué la gente ha decidido históricamente situarse en regiones volcánicas a pesar del riesgo que esto conlleva? Porque el vulcanismo también contribuye al desarrollo de algunas actividades económicas debido a los recursos naturales que aporta.
Los suelos que se forman a partir de las rocas volcánicas o que contienen ceniza volcánica poseen propiedades químicas que los hacen fértiles, facilitando la actividad agrícola, tal es el caso de las regiones aledañas al Popocatépetl en las que históricamente la agricultura ha sido una práctica importante para la población. El interior del volcán Xico, ubicado en el municipio de Valle de Chalco Solidaridad, en el este del Estado de México, todavía se utiliza para la agricultura.
Las rocas volcánicas también representan un recurso natural importante, el uso más conocido es como material de construcción. El volcán Yuhualixqui, ubicado entre las alcaldías Iztapalapa y Tláhuac, es una mina de tezontle, roca ligera, porosa y de color rojizo que se utiliza, por ejemplo, para cubrir los senderos en los parques. El basalto de la erupción del Xitle también ha sido usado para la construcción de bardas y otras estructuras.
El calor que produce la actividad volcánica es un recurso útil para la generación de electricidad, la llamada energía geotérmica. México es el cuarto país con mayor capacidad geotermoeléctrica en el mundo, los campos geotérmicos más importantes son el de Cerro Prieto en Baja California y el de Los Azufres en Michoacán.
Aunque la energía geotérmica representa un porcentaje muy bajo de toda la electricidad generada en el país, constituye una alternativa a la producida por la quema de combustibles fósiles.
Asociadas de igual forma al calor interno del planeta, las aguas termales son aprovechadas por la población para el desarrollo de sitios turísticos y balnearios con fines recreativos o de salud, pues las aguas termales tienen propiedades terapéuticas. Tal es el caso de Ixtapan de la Sal, en el Estado de México, San Juan Cosalá, en Jalisco, o Tolantongo, en Hidalgo.
Los volcanes en sí mismos representan un recurso escénico pues su belleza y su dominancia en el paisaje los hacen muy atractivos para la población que decide visitarlos y admirarlos. Así el Nevado de Toluca, en el Estado de México, y el Paricutín, en Michoacán, son de los más visitados del país generando una derrama económica importante para los lugareños.
Por lo tanto, la actividad volcánica no sólo ha representado un peligro para la población, es, sobre todo, una fuente de recursos.
