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Teatro Isla de Próspero

No es una técnica ni una teoría; es un proceso mental

Teatro Isla de Próspero
No es una técnica ni una teoría; es un proceso mental

Cuando pensamos en los artistas involucrados en las puestas en escena teatrales, la primera figura que viene a nuestra mente son los actores y actrices, quienes dan la cara durante las funciones y se encargan de contar las historias.  Su trabajo es el que nos conmueve y, aunque el público sabe que lo que está viendo no es “real”, lo es en la medida que la representación ocurre frente a sus ojos. Gracias a la experiencia teatral, lo que el público ve se convierte en algo latente, es decir, una posibilidad de lo que podría ocurrir. El público asiste al teatro para ser testigo de esa posibilidad que se le revela a través de la actuación.

Por lo general, las personas ajenas al quehacer teatral piensan que actuar consiste en memorizar libretos y expresar emociones. Si bien la memorización es parte del trabajo que se debe hacer, el proceso de aprenderse las líneas suele ocurrir de manera más o menos natural en la medida de que los ensayos avanzan y se estudia el texto dramático para identificar su acción principal y los objetivos de los personajes.

Por otro lado, la expresión de las emociones, aunque más compleja de analizar dependiendo del tipo de teatro que se está haciendo, también es producto del trabajo que se desarrolla durante los ensayos. Podría decirse que esa exploración emocional es un subproducto del trabajo que se desarrolla en el salón de ensayos y no la meta última de la actuación.

Entonces, en qué consiste la actuación teatral, si es que va más allá de decir unas líneas con cierta emoción. El maestro Héctor Mendoza decía a sus estudiantes de actuación que “actuar es reaccionar a estímulos ficticios como si fuesen reales”. Si analizamos esa aseveración podemos decir que la actuación es un proceso mental: una actividad que se da en la medida que uno se dispone mentalmente para hacerlo.

Harry Mastrogeorge (profesor de actuación y director de teatro y televisión) está de acuerdo con la idea de Mendoza. Él asegura que la actuación no es ni una teoría, ni un método, ni una técnica, ni un procedimiento sino un estado de la mente. Más aún, considera que cualquier persona que esté dispuesta a pagar el precio puede actuar.

Él nos explica que existen cuatro “músculos mentales” que deben entrenarse para actuar. El primero es la inocencia del niño, inherente a cualquier ser humano. Es decir, el poder que tenemos de volver a conducirnos con la inocencia con la que jugábamos cuando éramos niños, rompiendo los prejuicios que adquirimos al crecer. El segundo es la imaginación y su poder ilimitado para inventar nuevos mundos. El tercer músculo es la vulnerabilidad, que también es ilimitada y que sale a flote cuando nos prestamos al juego. Por último, menciona a la concentración, que resulta necesaria para que la actuación se desarrolle y mantenga por la voluntad del intérprete.

Si aceptamos tales premisas como ciertas, es decir, que la mente juega el papel más importante en el arte de la actuación, ¿qué pasa con la expresión corporal, vocal y gestual? ¿Acaso no es necesario contar con un dominio de estas herramientas expresivas para interpretar un papel? Al igual que con el entrenamiento mental, la expresividad que se logra a través del cuerpo, el gesto y la voz, deben entrenarse para que el proceso mental que conlleva el arte de la actuación pueda ser transmitido al público.

Dependiendo del medio a través del cual se esté actuando, el entrenamiento de las herramientas expresivas será distinto. Actuar para el cine o la televisión requiere un control expresivo diferente al que se requiere para el teatro. Si se piensa en el uso de la voz, por ejemplo, el uso del micrófono en un estudio de grabación requiere habilidades distintas a las que se utilizan para proyectar la voz en un recinto teatral. Sin embargo, en ambos casos, la disposición mental para actuar será lo más importante.

En Teatro Isla de Próspero estamos interesados en que sus integrantes entrenen los cuatro músculos de la actuación para contar historias junto con nosotros: Olivia Barrera y Juan Alberto Alejos. Si te interesa ser parte de este proyecto, envíanos un correo a teatro.isladeprospero@gmail.com Además, te invitamos a que visites nuestras páginas. En Instagram: @isladeprospero, o en nuestra página de Facebook: @teatro.isladeprospero donde encontrarás enlaces a las producciones que realizamos en el ciclo escolar pasado. 

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