Turquía y Siria sufrieron graves afectaciones por la actividad sísmica entre la placa de Anatolia y la Árabe ocurrida el 6 de febrero de este año. Las cifras al cierre de esta edición informan casi 47 mil fallecidos entre ambos países, 41 mil únicamente en Turquía.
Sólo en la provincia turca de Hatay, 3 mil 100 edificios fueron destruidos por los terremotos y otros 10 mil deben ser demolidos por quedar severamente dañados. Como resultado, 80% de los edificios deberá ser reconstruido. Con estas cifras queda claro que la consecuencia de los sismos de Turquía fue un desastre.
Pero ¿qué es un desastre? Un desastre es una fuerte perturbación de la vida cotidiana de una sociedad acompañada de grandes pérdidas humanas, materiales, económicas y ambientales, que sobrepasan la capacidad de la población local para sobreponerse por sí misma.
Debido a que la ocurrencia de muchos fenómenos naturales como los tornados, los tsunamis, los huracanes o las erupciones volcánicas suelen producir desastres, se tiende a decir que los desastres son naturales.
El estudio de las causas de estos acontecimientos ha llevado a la conclusión de que los desastres son el resultado de las acciones humanas, por lo que es incorrecto atribuirles el adjetivo de naturales sólo porque hay fenómenos de la naturaleza relacionados con su ocurrencia.
Un deslizamiento de tierras o una inundación no representan desastres en sí mismos, sólo son peligros latentes para la población de acuerdo con su ubicación geográfica. Por ejemplo, sabemos que hay regiones en el mundo que están expuestas a deslizamientos o huracanes, pero no siempre que ocurren se produce un desastre.
Entonces ¿cuándo se produce un desastre? Cuando una población que está expuesta a un peligro es vulnerable frente a los efectos de la amenaza. Es decir, la vulnerabilidad social es lo que desencadena un desastre. Una población es vulnerable si no sabe a los peligros que está expuesta, si no los estudia, no sabe cómo funcionan y no está preparada para enfrentarlos.
Además, conociendo los peligros a los que nos enfrentamos, es necesario llevar a cabo acciones necesarias para poder resistir los embates de las amenazas a las que estamos expuestos. Por ejemplo, tener planes de emergencia, sistemas de alerta temprana como la alerta sísmica, protocolos de evacuación, brigadas de emergencia y rescate, médicos especialistas, etc.
La vulnerabilidad de la población de Siria aumentó porque están luchando una guerra civil desde hace varios años. Con los sismos, las carreteras que conectan a Siria con Turquía se destruyeron por lo que se dificulta todavía más llevar ayuda humanitaria.
En el caso de Turquía, la corrupción aumentó la vulnerabilidad del pueblo turco pues han denunciado el incumplimiento de las normas de construcción por parte de constructores y arquitectos.
Asimismo, la población se ha quejado de que el gobierno actuó lentamente una vez que ocurrió el terremoto, lo que mostró que no estaban preparados para atender los resultados de un desastre de tal magnitud a pesar de que en 1999 sufrieron un fuerte terremoto que causó la muerte de más de 17 mil personas.
Para disminuir la vulnerabilidad hay que aprender de los desastres pasados. No podemos evitar que tiemble o que se formen huracanes, pero sí podemos disminuir nuestro grado de vulnerabilidad. ¿Nosotros hemos aprendido de los sismos de 1985 y 2017? ¿Podemos aprender de los sismos de Turquía?
