El enfoque de la filosofía propone el construir una cultura por la paz

Construye puentes de reconciliación

El enfoque de la filosofía propone el construir una cultura por la paz

Construye puentes de reconciliación
El enfoque de la filosofía propone el construir una cultura por la paz

La ideología de género ha centrado su lucha en la violencia contra las mujeres y, enfocarlo así, crea la noción de que la mujer es siempre víctima. La víctima es un ser que no tiene poder. Me parece que, si bien la psicología y la sociología pueden ocuparse de ese tema, considero que es importante tratarlo desde la óptica de empoderar a la mujer, pero desde la paz y desde la categoría de femenino.

El enfoque de la filosofía femenina que propongo es construir una cultura de paz, creada desde el símbolo de lo femenino, tal símbolo representa fuerza y amor. También se le ha asociado en las culturas milenarias como un símbolo de cuidado ético y erotismo.

La filósofa Luce Irigaray plantea que lo femenino en nuestra cultura se ha denominado negativo, como ciertos sentimientos femeninos como la mesura, o la ternura o el silencio para escuchar, sólo que Irigaray amplía su noción y no lo ve como algo que sea denigrante, ya que en su práctica ella ve la templanza y la mesura como actos de las mujeres en aspectos femeninos, los ve positivos y con necesidad de reivindicarlos, como necesarios para vivir bien en comunidad.

Estas cualidades en las mujeres femeninas pueden lograr diálogos que colocan a los seres humanos en otros linderos, hay que crear diálogos de paz, de amistad, de amor. Por lo general,  se crean en nuestros espacios y en las escuelas, en la familia, con los amigos, diálogos guerreros, donde se quiere derrotar al que está dialogando, se le arrincona, se le da excesiva información, para derrumbar sus ideas.

En consecuencia,  crear otro tipo de diálogo espiritual, nos colocaría en otra dimensión humana, y trascendería las incomprensiones, las dificultades para hablar, nos llevaría por encima de las pasiones ciegas. Por eso me parece sumamente fundamental crear una cultura femenina, que sobre todo apela a lo espiritual.

En este sentido, es necesario vislumbrar de otra manera las virtudes de la templanza, de la mesura, de la escucha amable, del cuidado atento y minucioso, de la delicadeza, de la ternura; son cualidades femeninas que se perdieron en las luchas de las mujeres. Quisiera contribuir a crear otra dimensión humana, otro tipo de vida, de calidad, de amistad, de dulzura. Creo que las actitudes pueden ir evolucionando, podemos ir cambiando si vamos dándole otro giro a la educación.

Las virtudes femeninas se desarrollan al interior del hogar, de la hoguera donde existe el fuego que nos resguarda del mundo exterior, de las agresiones exteriores. Al hogar hay que transformarlo, es necesario crear un ambiente cálido. En el hogar existe el ser que te arropa, que te escucha, que te otorga sosiego.

El espacio femenino requiere ser publicitado y educar a la ciudadanía para darle fuerza al hogar, cuando los miembros que lo componen se encargan de hacer crecer este espacio, que es femenino como símbolo, no es obligación de nadie ni nadie plantea que la mujer se encierre. Es crear bondad en su interior, es crear la intimidad necesaria para tener un nido en el cual cobijarse.

El hogar ya no es el espacio donde la mujer sólo procreaba, tampoco ya se concibe el hogar como el lugar donde la mujer hace los quehaceres. El hogar es sinónimo de nido, de sensibilidad. En un lugar cálido donde nos podemos encontrar, platicar y darnos consuelo, ayuda y serenidad.

Dice Irigaray que ahí se da “una dimensión carnal, sensible espiritual en el amor” (1994, amo a ti). Ella señala que todavía no acabamos de darnos cuenta de la salvación que implica que alguien te ame. El amor te lleva a mejores opciones de vida, el amor te hace florecer, siempre que exista un alma que está animada a construir y a realizar actos benévolos, bellos y verdaderos.

Luce Irigaray dice que en las prácticas orientales se aprende que la sustancia espiritual del amor te lleva a renacer, y te lleva a vincularte de otra manera con el otro, en un plano en donde todo se suaviza y por así decir se llena de miel y de aroma sutiles y comidas de sanación.

La mujer femenina sana, porque te escucha, porque te alienta, a veces porque te reta a ser mejor. La mujer femenina no necesariamente ni siempre es tierna, mira con la intuición que es una luz a veces cegadora, que puede penetrar de tal forma en tu ser, que puede conducirte hacia tu mejor versión de ti mismo/a.

Lo femenino construye puentes de calidad, de amor, de reconciliación y de renacimiento, porque su actuar es con el alma, por eso no sacrifica a nadie por poder o dinero, ya que dice Irigaray que construye relaciones amorosas, que funda por una ética política que se gesta desde el interior.

Lo femenino no es pasivo, como se le ha querido señalar por algunas corrientes. Lo femenino es creatividad, impulso de vida y de amor. Se sitúa como Irigaray señala en “otra economía, otra relación con la naturaleza y consigo misma que equivaldría a la atención y a la fidelidad antes que a la pasividad. Así pues, no es cuestión de pura receptividad, sino de un impulso de crecimiento que nunca se aleja definitivamente de la existencia de lo corporal en un medio natural” (Irigaray, 1994).

Las mujeres tienen que ser fieles a sí mismas, lo que las hace creativas. Por eso tienen que ser fieles a su intuición.

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