El programa dedicado a difundir la creación literaria entre la comunidad cecehachera, dirigido por el maestro Isaac Hernández, de Difusión Cultural (DiCu), presentó el 13 y el 17 de noviembre a dos autores: Andrés Solís, poeta, y Uriel Pérez, dedicado a la novela gráfica.
El primero presentó su libro Epílogo del peregrino, con el que ganó en 2019 el Premio Estatal de Poesía Efrén Rebolledo, que otorga el Gobierno de Hidalgo. Solís aclaró que no fue sino hasta un tercer intento, con distintas obras, que se hizo merecedor al galardón. En el acto vía Zoom parte del equipo de DiCu, del plantel Naucalpan, acompañó a Solís. Brenda Tovar y Amaury Sentíes comentaron el libro y charlaron con el autor.
El poemario, comentó Tovar, nos traslada a las áridas regiones del Valle del Mezquital y también traza un recorrido por el alma. “Es el viajero compartiendo con el lector su experiencia: la vida es una peregrinación. Viaje por las llanuras de una tierra que es hogar y al mismo tiempo extranjera”. Por su parte, Sentíes ensalzó la capacidad del texto para transmitirnos el movimiento y para evocar los paisajes.
El autor compartió varios poemas que integran su libro. Por ejemplo, Conjuro, donde leemos versos como: “Asómate al fondo de estos versos / Y encontrarás tu rostro”.
Solís nació en Cuetzalan, Puebla, y creció en el Valle del Mezquital, en Hidalgo, “por lo que algo hay de eso en el libro: ese andar, donde se camina mucho; pero también el viaje como metáfora”, comentó.
Redescubriendo a un juglar urbano
En 2017, Uriel Pérez presentó al Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) una investigación sobre la vida y obra de Salvador Flores Rivera, mejor conocido como “Chava Flores” (1920-1987). Su objetivo fue crear la novela gráfica Flores de mi barrio.
Coordinador de licenciaturas en la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM, en Taxco, Pérez explicó: “Crecí con la música de mis abuelos. Tenía muy presente a Chava Flores”.
Asimismo, leyó una novela gráfica que recuperaba la figura del escritor mexicano Juan Rulfo, y eso lo motivó a hacer lo mismo con Chava Flores. La recolección de datos le llevó casi dos años y, para tener información de primera mano, entrevistó a la viuda del compositor popular, doña Rosalinda.
