Las violencias, al microscopio

Buscan entender el fenómeno para enfrentarlo

El propósito de la cultura de la paz es la no violencia

Buscan entender el fenómeno para enfrentarlo
El propósito de la cultura de la paz es la no violencia

¿Qué es la violencia? ¿Existe uno o varios tipos de violencia ¿Cómo podemos verla: como un acto, un proceso o un fenómeno? Esas preguntas fueron por planteadas por Mónica Adriana Mendoza González en su ponencia “Violencia, confinamiento… y no violencia”, en la que agregó que “la o las violencias siempre tienen vericuetos, estudios antropológicos, sociológicos, filosóficos; si las revisamos de manera somera o profunda vamos a encontrar un montón de tipologías, perspectivas, enfoques. Esos listados de violencia verbal, económica, estructural, simbólica, directa, etc.”.

A pesar de toda esta cantidad teórica de aproximaciones, subrayó, “lo que es un hecho es que todos podemos percibir cuando algún acto o fenómeno es violento, pero tenemos un problema, pues parece que no podemos conceptualizarla en una aproximación teórica, absoluta, comprensiva, amplia, porque siempre se nos escapa algo. Estudiarla y platicarla, contrastar ideas y teorías, me parece fundamental porque es un primer acto para enfrentarla y buscar alternativas que anulen sus efectos”.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, resaltó, “la violencia es un acto de fuerza contra una persona o grupo que busca causar daño o la muerte; también son aquellos actos y fenómenos que no se ven, pero lastiman y pueden no ser intencionales. En este terreno encontramos categorías o conceptos como la omisión o la negligencia, como el reciente caso del accidente de la Línea 12 del Metro. Esta mirada nos amplía el enfoque y nos dice que no sólo es un acto de fuerza, sino lo que no se hace”.

La maestra en Filosofía por la UNAM señaló que la violencia es lo que vemos, “como insultos, jaloneos o golpes, es la directa, pero también está la indirecta: la violencia cultural y estructural, la primera entendida como aquellas manifestaciones, expresiones, hábitos, costumbres; por ejemplo, que los padres consideren que los hijos son su propiedad; el machismo es una violencia estructural. La primera no se mantendría viva sin la segunda, entonces la meta de la cultura de la paz es la no violencia”.

También es violencia, destacó, “todo aquello que está estructurado socialmente para que las personas no ejerzan sus derechos o cumplan su proyecto de vida. Nacer en situación adversa o con carencia social parece que condiciona nuestra vida, pues no es lo mismo nacer en una colonia que en otra, o en una familia que en otra. Si pensamos en todo el asunto de la discriminación, no es lo mismo tener un color de ojos o de piel que otro. Todo esto está dentro de la violencia estructural”.

La especialista en gobernabilidad, derechos humanos y cultura por la paz, por la Universidad Castilla-La Mancha, sostuvo que lo que hace la cultura de la paz es analizar esa violencia estructural “para darnos cuenta de cómo podemos trabajar en el bienestar del mayor número de personas. Por ello, la no violencia es tan importante y no está conforme con el bienestar individual, tiene que ser comunitario, ejerciendo sus derechos”.

La no violencia, detalló, “es resistencia civil ante lo que no estoy conforme. Parte de la premisa de que no nos gusta la realidad porque es fuente de sufrimiento y dolor. En la violencia de género es muy importante esta idea, porque dicen que la violencia nos atraviesa; en ese sentido, la resistencia política busca la transformación de las estructuras sociales para generar justicia para todas y todos”.

La resistencia, enfatizó, “es una herramienta muy poderosa de la no violencia, afirmó, porque encara la violencia del otro. La violencia estructural está generando daño y no lo permito, me resisto a eso y se llega al grado de la desobediencia civil. Desobedezco esta norma o mandato por injusto, puede ser legal, pero es injusto”.

La docente del plantel Oriente y de la FFyL, aseveró que la no violencia es resiliente. “¿Qué hago para que todo esto que estoy viviendo pueda transformarlo en potencia de vida? La resiliencia, como esa capacidad de no quedarme como víctima, de modificar todas estas emociones. ¿Qué hago con el daño que me hicieron, que me envenena y lastima? Lo reestructuro y lo devuelvo a la comunidad, porque no me sirve que me lo quede. Hay un nivel en el que tenemos que recomponernos del daño, pero tiene que ir más allá, a trabajar con las y los otros”.

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