CInIG VALLEJO

Atención: Spoiler alert.  

La escena es brutal. Devastadora. Desde la puerta de un cuarto, una mujer le grita a su marido que no toque a su hija, que se detenga, que deje de batirla a golpes. Los perros ladran a lo lejos. Un hombre, enfurecido, presiona con sus manos el cuello de Alice, su hija de nueve años, quien yace en el piso de una casa de campo, alejada a kilómetros del pueblo. La niña, con el rostro enrojecido, ya sea por el grito ahogado, ya sea por la sangre que corre directo desde la sien, se retuerce bajo su padre en el centro de una recámara tapizada con motivos en rosa y muñecas. Él aplica todo el peso de su cuerpo para cerrarle la garganta, para asfixiarla. Su padre la está matando.   

Las flores perdidas de Alice Hart (The Lost Flowers of Alice Hart, Glendyn Ivin, 2023) es una serie televisiva que pone sobre la mesa aspectos relacionados con la violencia de género y la violencia intrafamiliar. Lo hace de una manera dolorosa, cruda. La directora no encuentra reserva para mostrar al espectador cada una de las cicatrices que se abren en las víctimas una vez que el monstruo de la violencia derriba la puerta. 

La trama es lo mejor. Es la historia de Alice, una chica que desde niña fue víctima de violencia física y emocional por parte de su padre y quien durante la adolescencia se descubre, se desarma y encuentra un camino de redención en un refugio:  una granja productora de flores silvestres, dirigida por mujeres sobrevivientes de la misma violencia que ella padeció y quienes encuentran en la cosecha una forma de olvidar a esos hombres que intentaron asesinarlas. Un edén secreto y alejado del pueblo, en donde cultivan flores silvestres y se comunican a través del significado que le dan a cada una de ellas. 

Esta serie, como todas las películas, canciones y cualquier otro producto cultural, enmarca temas que representan hechos sociales y situaciones que muestran una diversidad amplia de formas de pensar y de ver el mundo. Lo hacen a través de marcos culturales que en muchas ocasiones utilizan discursos que sustentan un orden establecido desde una visión heteropatriarcal que nos hace pensar que la vida de mujeres y hombres está “naturalmente” determinada en la desigualdad (INMUJERES, 2007, p.104). 

Por eso, es importante conocer y adoptar nuevas formas de ver los sucesos y discursos que nos rodean, adquirir una mirada holística e integral que lleva a cuestionar los roles y la repercusión que estos tienen en nuestra vida. Dicha visión, se llama perspectiva de género y te convierte en un Thundercat * para ver “más allá de lo evidente”, solo que en lugar de una Espada del Augurio te colocas unas gafas que otorgan el poder de una mirada color violeta, una forma de abordar el mundo con perspectiva de género.  

Según INMUJERES, esta metodología para observar la realidad te lleva a “cuestionar los estereotipos con que somos educados y (…) elaborar nuevos contenidos de socialización y relación entre los seres humanos” (INMUJERES, 2007, p.104). Implica, según Marcela Lagarde (2001) comprender los conflictos institucionales y cotidianos que mujeres y hombres enfrentan, a partir de la forma en que se relacionan, el sentido de sus vidas y sus expectativas; preguntándose si eso que los rige está basado en una concepción “normalizada” de lo que el género femenino y masculino debe ser bajo esta noción. 

En el caso de Las flores pérdidas de Alice Hart, se muestra claramente esas implicaciones de vivir bajo esa visión patriarcal hostigante y asfixiante para las mujeres. También, se ofrece una de las múltiples respuestas al porqué las mujeres, en muchas ocasiones, no pueden salir del círculo de violencia intrafamiliar y al porqué se les complica a veces denunciar a sus propios agresores. 

Esta pieza audiovisual termina siendo una oda a la liberación, un grito que exhala esa libertad que todas y todos anhelamos. Entonces, coloca tus lentes violetas y observa cuáles son las respuestas a ambas preguntas. Todo está en el capítulo final cuando la abuela, víctima de esa misma violencia de género, deja una carta póstuma a Alice, su nieta: 

Querida Alice: 

Cuando guardamos silencio, ellos ganan (…) La historia de las flores pérdidas son de mujeres cuyas vidas e historias han sido borradas por hombres. Hombres que nunca rendirán cuentas por lo que han hecho porque son nuestros hijos, son nuestros hermanos, nuestros padres, nuestros amantes, nuestros héroes.  

Hablar contra ellos: personas que amamos, en quienes confiamos, que viven en nuestras casas, quienes deberían protegernos; contar esas historias y que te escuchen, y te crean, es muy difícil.  

Pero pagamos por nuestro silencio, Alice.  Los secretos y la vergüenza nos carcomen. Permiten que los hombres sean la única voz. Ellos escriben la historia. Nos borran y definen quiénes somos. 

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