Ritmo

Ritmo y la fascinación por lo escondido

El mundo tenebroso y fantástico de las literatas

Ritmo y la fascinación por lo escondido
El mundo tenebroso y fantástico de las literatas

Dedicado a Escritoras de lo insólito, el más reciente número de la revista Ritmo. Imaginación y Crítica del CCH te invita a disfrutar de diversos ensayos donde Gustavo Estrada escribe “Un terror necesario: Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez”; Stephany Torres aborda “El muerto y extraño mundo de Liliana Colanzi” y Alberto Martínez habla de “El horror de lo diario: la literatura de Cecilia Eudave”.

Otras autoras que no podían faltar y que son objeto de análisis son Amparo Dávila, Inés Arredondo, Guadalupe Dueñas y Clarice Lispector; Mario A. Medel Campos menciona a tres novelistas que han abordado la novela sobre el narcotráfico en México: Orfa Alarcón, Lorea Canales y Gilda Salinas.

La publicación 38 también contiene poemas de Nahui Olin, Naara Farfán Fernández, Bárbara Peñafiel y Mónica Vázquez-Sámano, entre otras colaboraciones. Destaca la cuidada ilustración de los ensayos, a cargo de diversos artistas visuales.

En el editorial, Benjamín Barajas, director general del CCH, señala que el propósito de la edición es brindar una apertura clara y calurosa hacia la pluma de escritoras mexicanas y latinoamericanas que incursionan dentro de lo insólito, visto como lo desacostumbrado, desautomatizado y, en ocasiones, tenebroso, por la fascinación a lo otro: algo que está escondido y se puede percibir entre líneas.

Son autoras que destacan por desafiar lo previamente establecido, hablar de lo que muchas veces se calla, romper la tradición canónica, cuestionar el privilegio de género y, de paso, asustar a sus lectores. Asimismo, se pretende que también sea un espacio para voces nuevas y jóvenes que están incursionando en el ensayo literario.

En la publicación, Vicente Quirarte realiza un análisis minucioso del poema “La Suave Patria”, de Ramón López Velarde, el cual, afirma, ha combatido durante un siglo en contra de declamadores empeñados en cantar un poema concebido para decirse. “Sin embargo, que no nos indigne la afirmación —presente desde 1921– de que López Velarde es nuestro poeta cívico. Habría que dejar de pensar en el carácter peyorativo del término y decir que el auténtico poeta cívico es el que lucha por el bien de la polis”.

En su ensayo “Maternidad desmitificada”, Elvia Lucero Escamilla Moreno aborda el tema desde el análisis de dos cuentos, uno de Amparo Dávila y otro de Inés Arredondo. La maternidad, observa, es un tema que forma parte de la tradición de la literatura escrita por mujeres en México. La maternidad y sus símbolos, ya sea fantásticos o realistas, forma parte de la tradición de la escritura femenina. Las autoras, como en muchos otros temas, emplean estrategias diversas para negarla, visibilizarla sin idealizaciones o para resignificarla.

En su escrito “Las preguntas que me dejó La hora de la estrella, de Clarice Lispector”, Priscila Palomares considera que la literatura de esta autora funciona como un conjuro: “Sus palabras invocan algo que se encuentra más allá; un enigma que sabemos que existe, pero es intangible porque su literatura está compuesta de preguntas que no tienen respuesta. Quienes han leído su obra, saben que para aproximarse a su escritura no se debe buscar el final de la historia, sino concentrarse en lo que evoca. Su escritura es el presente”.

En esta selección de autoras, Luis Gerardo Vinier escribió “Lo poético del horror: visitando a Guadalupe Dueñas”, en el cual refiere que la escritora vivió casi 100 años, los últimos encerrada en su casa de Coyoacán. Se conoce apenas uno de los tres libros de cuentos que publicó: Tiene la noche un árbol, que editó el FCE y la consagró como escritora en la década de los cincuenta.

Se dedicó al cuento fantástico, en específico de terror. Representa junto a Amparo Dávila, un marcado interés por lo extraño, por el horror que habita el mundo y que se esconde tras las cortinas, bajo la cama, en lo más oscuro del ropero. “Yo nací malvada”, dijo alguna vez, recuerda Vinier, para quien los relatos de Dueñas encierran una belleza profunda y marchita, aguada como los frutos una vez que ha pasado su tiempo y desprenden ese olor dulzón de ofrenda, que resulta tan atractivo.

Lilia Atenea Miroslava Santiago Álvarez, en su ensayo “El universo femenino de Amparo Dávila”, realiza un recuento de su vida y obra.

Al leer sus cuentos, opina Santiago, el lector es capaz de percibir, desde su contexto, el sufrimiento de las mujeres, lo que provoca una ruptura más allá de lo fantástico y produce el cuestionamiento: ¿qué es lo que enfrentó Dávila para que sus personajes femeninos captaran la esencia del dolor? La respuesta tentativa podría ser que las mujeres de sus cuentos se inspiran en personas reales que conoció, o que son ella misma. 

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